Allanamientos de viviendas enfurecen a ciudadanos


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Los soldados estadounidenses irrumpieron en el complejo residencial en la oscuridad de la noche, gritando órdenes y derrumbando puertas. Ordenaron a todos los familiares a tirarse al piso, les ataron de manos, les encapucharon y los interrogaron antes de llevarse a tres hombres que no habí­an hecho nada malo.

Por HEIDI VOGT PUL-I-ALAM / Agencia AP

Esa es, al menos, la versión de los afganos.

La OTAN tiene una versión distinta: Fue una unidad policial encabezada por afganos la que buscaba a un cabecilla del Talibán e irrumpió en el complejo, y al recibir una pista sobre la presencia de insurgentes, tomó el lugar por el asalto en la noche porque a esa hora era más probable hallar a la gente en casa. Se llevaron a tres individuos para ser interrogados y fueron sumamente respetuosos a fin de evitar ser agredidos.

Este tipo de incidentes ocurren en Afganistán casi todas las noches. A veces los capturados son guerrilleros o terroristas, a veces son simples civiles. Pero en todos los casos queda el rencor y la amargura de la gente que se siente humillada y maltratada.

Las fuerzas estadounidenses probablemente tendrán que depender más y más de los allanamientos y redadas a medida que adoptan una polí­tica de reducir su presencia y usar más a unidades especiales y aeronaves no tripuladas para capturar a cabecillas del Talibán.

El presidente afgano Hamid Karzai ha denunciado reiteradamente esos operativos como innecesarios y humillantes.

Las versiones sobre lo ocurrido en el complejo residencial de la familia Josraui en la provincia de Logar, en el este del paí­s, el 8 de junio, demuestran lo controversial de esa táctica, y la razón por la cual la OTAN quizá no podrá aplicarla sin generar rencor entre la población.

Todos están de acuerdo en esto: Dos de los individuos detenidos fueron dejados en libertad cinco dí­as después. El tercero, un adolescente, sigue detenido.

Los familiares dicen que aunque todos sean dejados en libertad, se seguirán sintiendo humillados.

«Aunque fuera un criminal, ¿es realmente necesario entrar a golpes a la casa de una persona en medio de la noche cuando él está con sus hijos?» preguntó Samad Shá Josraui, primo de los detenidos quien trabaja para la empresa eléctrica en Kabul y ha estado tratando de buscar ayuda entre funcionarios del gobierno para lograr la liberación del joven apresado.

Nurialai Josraui, hermano mayor del adolescente detenido, dijo que en el dí­a del suceso, las cuatro familias que viven en el complejo — 25 personas en total — se fueron a dormir en sus respectivas viviendas como es costumbre. Añadió que en algún momento durante la noche, los soldados saltaron la muralla que rodea la propiedad y aterrizaron en el patio.

Nurialai sostiene que se despertó cuando un soldado derrumbó la puerta de su habitación y que al abrir los ojos el militar ya estaba encañonándolo.

Los soldados sacaron a todos al patio, los maniataron y los encapucharon. El hermano menor de Nurialai empezó a sollozar. Nurialai lo empujó para que parara, temiendo que molestarí­a a los soldados.

Los estadounidenses llevaban a cada persona a la esquina de la propiedad para interrogarlos.

«Me preguntaban ‘¿Qué hiciste hoy? ¿Dónde estabas?’ y yo les decí­a que fui al colegio y regresé a casa», dijo Nurialai. Los soldados le acusaban de plantar una bomba en una motocicleta. El insistí­a que no era cierto.

Los soldados le decí­an que en la aldea de Sorayak los jefes locales decí­an que habí­a insurgentes en el complejo. El insistí­a que eso tampoco era cierto.

Aunque la OTAN sostiene que sólo realiza allanamientos en conjunto con fuerzas afganas y que un nutrido contingente de fuerzas afganas estaba involucrado en este incidente, Nurialai dice que sólo habí­a dos afganos en esa unidad, y que eran intérpretes.

El comandante policial de la provincia de Logar dijo que sólo un oficial afgano participó en el operativo: el comandante policial distrital.

«Operaciones especiales como esta se realizan con una unidad reducida, así­ que habí­a sólo un representante policial», dijo el comandante policial, Gulam Saji Rog Leuandi. Aseguró que ignoraba cuántos militares estadounidenses estuvieron involucrados.

Al concluir el interrogatorio, que duró unas dos o tres horas, los soldados se llevaron a tres hombres y confiscaron siete teléfonos celulares. Nadie sabí­a a dónde iban, o si algún dí­a los volverí­an a ver, dijo Nurialai.

En un comunicado, la OTAN dijo que fuerzas afganas e internacionales habí­an ido a ese distrito en busca de un lí­der del Talibán que habí­a coordinado ataques contra lí­deres afganos y que dirigí­a una célula fabricante de bombas.

«Los individuos fueron detenidos luego que la unidad, encabezada por afganos, registró un complejo residencial sospechoso e interrogó a los residentes. La información suministrada llevó a su detención y los hombres fueron trasladados para más interrogatorios. Ningún civil fue lastimado durante el operativo».