En el área centroamericana, Guatemala tiene la capacidad de producir suficientes alimentos para suplir nuestras necesidades y exportar. El Altiplano de nuestro país, con apoyo técnico e insumos, especialmente de semillas mejoradas y fertilizantes, puede duplicar o triplicar la producción de vegetales, frutas y legumbres. El ejemplo más claro de eficiencia es Almolonga, una fundación privada ha utilizado esta experiencia, el gobierno con mucho más capacidad económica y humana debe también hacerlo.
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Con un poco de asesoría los organopónicos existirían urbanamente, utilizando los terrenos baldíos, mano de obra local y producción de fertilizantes orgánicos abastecerían buena parte de la demanda de vegetales en las ciudades, también se ahorraría transporte y combustibles.
La producción de granos básicos, fríjol y maíz, puede aumentarse en un 40% si la misma extensión territorial se siembra con semillas mejoradas provenientes del Instituto de Ciencia y Tecnología Agrícola, ICTA. Se podrían lograr dos cosechas al año si se riega artificialmente, convirtiendo Petén, Santa Rosa, Jutiapa, Las Verapaces y demás departamentos, en mayores productores. El Estado debe importar y distribuir los fertilizantes para la producción de granos y así rebajar los costos y el precio de venta.
Durante el gobierno presidido por ílvaro Arzú, improcedentemente se vendió la mayoría de silos existentes en la capital y en el interior del país, propiedad del Estado; un reducido y conocido número de personas los adquirieron a precios irrisorios e, incluso, los pagaron a plazos. Esta incorrecta medida ha colocado al sector público en una limitada capacidad de almacenaje. Quienes hoy poseen los silos que se construyeron con los recursos de los impuestos, no están en la disposición de revendérselos al sector público, ni de alquilarlos a precios razonables.
El gobierno, en lugar de volver a crear una infraestructura de propiedad pública, debería de coordinar con los organismos financieros como el Banco Centroamericano, el BID y el Banco Mundial o el financiamiento de Petrocaribe, para permitir que con recursos e intereses adecuados las cooperativas, los pequeños y medianos empresarios crearan un sistema de silos y almacenaje a nivel municipal, logrando que estos pequeños y medianos productores guarden y conserven la producción, de tal forma que les permita tener y vender dentro de su jurisdicción estos alimentos, a precios de mercado local y así estimular la oferta, el mutuo beneficio entre el productor y consumidor local, desarrollando el almacenaje en silos pequeños y medianos, lo que permitiría ahorrar transporte, combustible y logística a cada municipio.
En muchos lugares se puede complementar que en la época seca se siembre plantas productoras de aceite de ricino como se está haciendo en Brasil a través de cooperativas a escala industrial. Al introducir este tercer cultivo en los mismos terrenos, con la misma mano de obra, en la época en que no son capaces de producir granos básicos por falta de agua, se aumenta el ingreso de los pequeños campesinos. Este aceite está considerado un excelente biodisel.
Los biocombustibles no deben descartarse, tampoco deben competir con las necesidades alimentarias. Nuestro país desecha muchos residuos vegetales; los azucareros, los licoreros lo hacen. ¿Por qué no imitar a China y producir biogás con todos esos residuos y así sustituir en parte el consumo eléctrico y el uso del gas doméstico?