Alimentar al mundo y enfriar el planeta


pablo_siguenza

Los abuelos y abuelas mayas tení­an la costumbre de iniciar la siembra del maí­z pidiendo permiso y agradeciendo a la madre tierra por la oportunidad de cultivar sus alimentos. La tradición oral de los pueblos, la forma de producir en algunas comunidades indí­genas de Guatemala y los relatos antropológicos, nos cuentan de la importancia que la luna, el viento y las lluvias tienen para saber cuándo sembrar, limpiar la milpa y cosechar.

Pablo Sigí¼enza Ramí­rez

 


Los fertilizantes quí­micos no se conocí­an hace cien años, no hací­a falta, la tierra era naturalmente fértil y así­ la conservaban las prácticas campesinas. La contaminación de los rí­os era nula. Y cada actividad en la agricultura tení­a su sustento en las ciencias matemáticas y astronómicas, en la cosmovisión y en los saberes que los pueblos mayas conservan como legado ancestral y que renuevan constantemente. El respeto a la Madre Naturaleza y al cosmos es uno de sus principios fundamentales.

La otra cara de la moneda se ve en la frenética carrera de la agricultura moderna por producir cada vez más y acumular ganancias sin fin, pero afectando el ambiente, matando la fertilidad de la tierra, contaminando los rí­os, lagos y mares, explotando el trabajo de la gente. Cientos de profesionales de la ecologí­a, de la geografí­a, de la agronomí­a y de las ciencias sociales  en todo el planeta se pronuncian a favor de detener la contaminación que genera la gran agricultura industrializada y monocultivista. Estas voces cientí­ficas le dan la razón a los planteamientos que organizaciones de pequeños productores campesinos esgrimen diciendo que el hambre del mundo y el cambio climático son producto directo del sistema capitalista de producción que concentra los medios de producción y la distribución de los alimentos, y que además contamina y es el principal responsable del calentamiento global.

Para cambiar el clima hay que cambiar el modelo de producción, afirma la Ví­a Campesina, organización mundial de pequeños productores.

La alternativa que proponen es la agroecologí­a, un planteamiento de pasado, presente y futuro a los grandes problemas de hoy. “Campesinos y campesinas alimentando al mundo y enfriando el planeta” es el lema del II Encuentro Continental  de Formadores en Agroecologí­a que esta organización realizará en Guatemala entre el 28 de julio y el 3 de agosto. Chimaltenango será la capital latinoamericana de las prácticas agroecológicas. Lo discutido y resuelto en este gran evento para el paí­s, servirá para que la sociedad americana en su conjunto luche por una agricultura que no dañe el ambiente, que provea de medios de sustento a las comunidades que viven de ella y que produzca alimentos sanos para todos.

Guatemala es centro de origen del maí­z, uno de los alimentos que más se consume en el mundo, también es el territorio en donde los pueblos indí­genas inventaron el sistema de producción llamado milpa, en el que conviven casi medio centenar de plantas útiles al hombre y la mujer, en un espacio reducido bien aprovechado. El calendario maya, los nahuales, la cuenta de los dí­as, el conocimiento de los ancianos, las prácticas agrí­colas y el reconocimiento del trabajo  y sabidurí­a femeninos, son saberes que Guatemala compartirá con campesinos y campesinas de toda América en este encuentro.

Para Ví­a Campesina, la agroecologí­a es un planteamiento polí­tico, una práctica y una ciencia antisistema y anticapitalista, en pro de la vida y del respeto al planeta. Me recuerda los mensajes que se escuchan en las movilizaciones de España de los últimos meses y que están preocupando en serio a los defensores del status quo. La matrix se está viniendo abajo.