El rey Abdalá, cuyo país recibirá este año 400 mil millones de dólares gracias a la estampida del petróleo -el doble que en 2007-, prometió esta semana satisfacer la sed mundial de oro negro y convencer a Occidente de que los saudíes no son los «malos de la película».
Pero su confirmación de que el país elevará su oferta petrolera en 200 mil barriles por día (b/d) a 9,7 millones de b/d, su máximo nivel en casi 30 años, no ha bastado para calmar a los mercados, y el crudo volvió a registrar ayer un récord a más de 142 dólares el barril.
El aumento saudí representa apenas un 0,2% del consumo mundial diario de petróleo: 87 millones de b/d.
Ocupado en la lucha interna contra la red terrorista Al Qaida, la relativa apertura de la conservadora sociedad saudí y el aumento de su influencia en Oriente Medio, el rey Abdalá, de 83 años, libra ahora una batalla para tratar de estabilizar los precios del crudo, cuya estampida puede terminar afectando la demanda mundial.
La decisión de Arabia Saudí de celebrar una inusual reunión entre productores y consumidores el domingo pasado en Yeda para tratar de frenar la disparada de los precios le generó problemas en el seno de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), que considera que el mercado está bien abastecido.
Pero también le hizo ganar puntos frente a Estados Unidos, su aliado estratégico y primer consumidor mundial de energía, dijeron analistas que participaron en la cita.
«Estamos dispuestos a responder a todo requerimiento adicional en el futuro», prometió el rey Abdalá en Yeda a los grandes consumidores.
El reino anunció demás inversiones masivas para aumentar su capacidad máxima de producción a 15 millones b/d si existe suficiente demanda. Su actual capacidad máxima de producción es de 11,3 millones de b/d, y esta cifra subiría a 12,5 millones de b/d a fines de 2009.
¿Por qué entonces los saudíes no vuelcan un par de millones más de crudo en el mercado?
«Gracias, es una muy buena pregunta. Pero dígame, ¿dónde está el comprador?», respondió en Yeda Alí al Naimi, el poderoso ministro de Petróleo saudí, cuando la economía mundial se enfrenta a la desaceleración.
«La decisión de los saudíes de celebrar la reunión de Yeda fue valiente, los países de Occidente y la Agencia Internacional de Energía (AIE, que defiende los intereses de los países consumidores industrializados) deben valorarla», dijo en Yeda un alto funcionario internacional del sector de la energía.
«Nada hubiera sido más fácil para ellos que relajarse y disfrutar de los ingresos» del crudo, pero «los saudíes están genuinamente preocupados (por los altos precios), porque si la economía mundial entra en recesión, eso afectará la demanda de petróleo», añadió.
Abdalá ha convertido a Arabia Saudí en un aliado estratégico del gobierno estadounidense de George W. Bush, que le ha presionado para que le ayude a estabilizar a Irak y contener a Irán.
Pero la alianza no es incondicional, y en marzo de 2007, el rey sorprendió a Washington al denunciar la «ocupación ilegítima» de Irak.
Dentro de fronteras, el rey Abdalá lucha contra los fundamentalistas islámicos, pero no llega a ser el abanderado de los reformistas modernos, que reclaman mayor libertad para las mujeres saudíes y la reforma de la estricta doctrina islámica conocida como wahabismo.
El rey Abdalá, de 83 años, llegó al trono en 2005 tras la muerte de su medio hermano, el rey Fahd. Como príncipe heredero desde 1987 actuaba como gobernante saudí desde 1996 tras el ataque cardiaco sufrido por el rey Fahd.
Es considerado un amante del desierto y de los caballos de raza.
Su biografía oficial le distingue como criador de caballos árabes, y fundador del club ecuestre de Riad, así como un gran amante de la lectura.
Según su biografía no oficial, ha tenido más de 30 esposas y es padre de al menos 35 hijos.