Alguien que entiende


Es impresionante ver cómo entre tantos diputados, apenas la representante Nineth Montenegro entiende la realidad y actúa en consecuencia. Mientras cobran notoriedad los golpes que Duarte le lanza a Taracena y las cuereadas de Rubén Darí­o Morales, amén de los hipócritas carteles patriotas queriendo sepultar con Meyer el escándalo del Congreso, la dirigente del partido Encuentro por Guatemala asume que el Organismo Legislativo no tiene salida salvo que adopte una agenda parlamentaria que responda a las inquietudes del pueblo.


Y principia por proponer una ley contra el enriquecimiento ilí­cito que establece sanciones que podrí­amos considerar draconianas porque incluyen largas condenas y, además, la inhabilitación de por vida a los que incurran en ese delito para ejercer funciones públicas. Mientras sus colegas se entretienen viendo como entrampan la Ley de Acceso a la Información, que en el fondo no es sino el desarrollo de un mandato constitucional que debiera ser cumplido sin miramientos, la diputada Montenegro propone al resto de diputados la necesidad de debatir una agenda de dignificación del Congreso de la República y empieza con una medida concreta para normar un delito que no está siquiera consignado en nuestro ordenamiento.

Por supuesto que siempre podemos decir que una golondrina no hace verano y que en medio del pantano de mediocridad y ceguera que caracteriza al Congreso, lo más probable es que la lucha de la diputada Montenegro se estanque. Si la simple idea de desarrollar la norma constitucional que ya garantiza acceso a la información ha provocado tanto revuelo entre los más sinvergí¼enzas, cuánto más una ley que establezca serias penas para los que aprovechen los puestos públicos para enriquecerse ilegalmente.

Pensamos que la diputada Montenegro está ofreciendo a sus colegas la última tabla de salvación porque de no ser por la implementación de acciones que evidencien un cambio, el destino de los diputados parece ya cantado por el repudio que en forma unánime hay hacia ellos y que se proyecta a toda la clase polí­tica que no da muestras de tener el tino y la inteligencia de aprovechar esta crisis institucional para lanzar iniciativas que rescaten la institucionalidad y fortalezcan el concepto de un sistema democrático y promuevan un verdadero estado de derecho. La pregunta del millón es si tendrán el buen juicio de comprender la oportunidad que se les presenta o si entre trompadas y ganas de tapar marrullerí­as van a cerrar filas para mantener la indecorosa lí­nea que ha sido la caracterí­stica de los últimos años. Lo cierto es que la iniciativa de la diputada Montenegro les plantea un crucial desafí­o.