Algo es algo


A través de diferentes opiniones publicadas en este prestigioso diario que se caracteriza por el respeto a la libertad de opinión y que como su lema dice: «Tribuna no mostrador», durante el año 2008 manifesté el criterio que los salarios mí­nimos no podí­an permanecer estáticos como triste y vergonzosamente lo habí­a realizado durante los cuatro años consecutivos el gobierno empresarial de í“scar Berger, quien en una evidente violación a la justicia y a la ecuanimidad laboral habí­a permitido que la inflación acontecida durante todo su gobierno no se superara actualizando los salarios mí­nimos en montos iguales o mayores a la inflación anual de esos cuatro años de gobierno.

Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

En parte de las opiniones emitidas señalé que en nuestro paí­s ya no se justificaba la existencia de diversos salarios mí­nimos porque a diferencia del pasado, el trabajador del sector agrí­cola no tení­a ninguno de los beneficios o prestaciones que según el Código Laboral, la costumbre y la historia, habí­a gozado, tales como: una ración alimenticia, una casa dentro de la finca o agroindustria donde vivir con su familia, con agua y luz, por cuenta del patrono; una escuela donde sus hijos recibieran la educación primaria dentro de la finca y tampoco gozaba ya de un pequeño terreno donde cultivar alimentos y frutas para su subsistencia.

Por todo ello, el salario mí­nimo deberí­a ser uno solo; tanto, urbano como agrí­cola, hecho que es de reconocer que el presidente de la República, ílvaro Colom, comprendió y normó para que de aquí­ en adelante en el paí­s exista un solo salario, con la excepción del salario para los trabajadores y trabajadoras dedicados a la laborar en las maquilas, área que en mi opinión también debió unificarse y crear una condición temporal que permitiera que el salario mí­nimo se mantuviese en el nivel para efectos de pago que existí­a en el año 2008, reglamentando y condicionando que ese salario se mantendrí­a siempre y cuando no existiera en cada una de estas industrias más de un 5% de rotación o despidos, comprobándose con ello que el beneficio temporal que recibí­an de un salario mí­nimo menor se justificaba al mantener puestos de trabajo en el paí­s.

Cabe señalar que el mayor número de maquilas existentes en nuestro paí­s han sido creadas por empresarios o inversionistas coreanos y asiáticos, quienes -como lo demuestra la situación histórico laboral- son empleadores muy poco amables y que no han vacilado en cerrar sus empresas y de la noche a la mañana llevarse sus equipos, recursos e incluso no respetar el pago de prestaciones a sus trabajadores, quienes un dí­a lunes se encuentran que la empresa donde laboraban se esfumó.

En todo caso, reconozco como válida la preocupación que estas fuentes de trabajo merecí­an un tratamiento temporal de excepción y que el ideal hubiera sido que el salario también para ellos se unificara y que se creara una cláusula temporal de excepción en la entrada en vigencia respectiva, comprobándose que si este privilegio tení­a o no repercusiones favorables para los trabajadores guatemaltecos.

El monto de reajuste al salario mí­nimo no fue el mí­nimo necesario pero sin duda alguna sí­ fue un cambio de actitud en la polí­tica del Ejecutivo que recibió la presión negativa de la cúpula empresarial y de sus voceros de Cacif. Algo es algo.