Alfredo Guerra- Borges


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En Guatemala es difícil que la gente reconozca el enorme peso de grandes intelectuales, principalmente si aquellos tienen un pensamiento crítico, una postura distinta, un pensamiento de avanzada y dentro de este acervo intelectual planteen ideas diferentes con respecto a determinados campos, así como se atrevan a pensar del país, pero desde una perspectiva distinta.

Juan José Narciso Chúa


Alfredo Guerra-Borges es uno de estos intelectuales a quien tuve la oportunidad de conocer al final de la década de los ochenta y que hoy merecidamente recibe un Premio Académico por su enorme aportación intelectual en la UNAM en México, una distinción que ennoblece su espíritu y agiganta su figura de enorme peso académico, a pesar que Alfredo es una persona sencilla y alejada de este tipo de homenajes.

Cuando lo conocí ya lo había leído en diferentes estudios y distintas publicaciones académicas y pude desde ahí conocer su enorme estatura intelectual, su capacidad analítica es impresionante y sus aportes son profundos, es una de las personas que lo invita a pensar, de aquellos que dejan enormes inquietudes y motivan a seguir leyendo y aprendiendo cada día.

Recuerdo que en el año 1988, tuve la oportunidad de participar en el Comité Organizador del Congreso Centroamericano de Sociología, evento que fue presidido por Víctor Gálvez, otro insigne intelectual y un gran amigo, y Alfredo asistió, junto con otros grandes pensadores como Edelberto Torres-Rivas, Agustín Cueva, Piero Gleijeses, Mario Monteforte Toledo y otros de enorme estatura intelectual.

El congreso a pesar que se realizó durante el período democrático y que lo inauguró Raquel Blandón, así como asistió al cierre el propio Presidente Cerezo, estuvo vigilado, pero ello no fue motivo para reunir a un enorme grupo de personas académicas y converger con otros que pudieron asistir a pesar que todavía el piso era extremadamente frágil por aquellos días y años.

Recuerdo que participé en una mesa sobre la cuestión agraria y mi planteamiento fue orientado a superar los extremos sobre esta problemática y dejar que existiera una discusión en donde se oxigenara el tema y se reabrieran puertas de discusión alternativas a la nostalgia por el Decreto 900 y a las posiciones rígidas en donde en este tema no hay que cambiar nada.  Alfredo escuchó la discusión y cuando salí me dijo: “Que bueno Chicho, es necesario salir de ese enclaustramiento intelectual”.

No lo he vuelto a ver, pero sé de su enorme valía académica e intelectual que México supo capitalizar y hoy lo honra con otorgarle ese merecido homenaje que Alfredo ha sabido poner a disposición de estudiantes y colegas de la UNAM, en el ámbito académico de la economía, disciplina en donde su aporte hoy es renovador, retador y profundo. Felicitaciones Alfredo Guerra-Borges, como bien dice Edgar Gutiérrez, que bueno que en otros países aprecien la valía de intelectuales guatemaltecos que se han atrevido a pensar en un país distinto y una sociedad mejor.