Encontrándome fuera del país por motivos profesionales y no habiendo visto al expresidente Alfonso Portillo desde una semana antes que ilegalmente los norteamericanos lo extrajesen de Guatemala, contraviniendo normas jurídicas pero con el consentimiento del cobarde e irrespetuoso Álvaro Colom, quien a través de prebendas y beneficios irrespetó la disposición de la Corte de Constitucionalidad que establecía que el presidente Alfonso Portillo no podría ser extraditado a no ser que se cumpliera con medidas específicas que garantizaran y salvaguardaran su dignidad, la de su familia y sus derechos como persona, hecho que le permitió al presidente Otto Pérez imitar a Poncio Pilatos y políticamente desentenderse de la irrenunciable responsabilidad de cumplir la ley y de proteger al expresidente más popular que ha habido en la historia democrática de nuestro país.
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Previo a mi salida hace cuatro días de Guatemala ya tenía conocimiento, a través de fuentes bien informadas, que la Fiscalía norteamericana en New York le había manifestado a los asesores jurídicos de Alfonso que de la misma forma en que habían logrado mantenerlo preso dos años en Guatemala y un año en Estados Unidos, continuarían demorando el procedimiento para no llevarlo a juicio e igual que ha acontecido con cientos de personas que están presos en la cárcel de Guantánamo y sucedió con el expresidente de Panamá, Manuel Noriega, continuarían entorpeciendo el proceso para que de esa forma Alfonso no lograra que se diera la primera audiencia de apertura a juicio en los próximos diez o 15 años y así no solo continuaría preso sino sufriendo todas las consecuencias psicológicas y físicas de estar privado de su libertad, de no poder ver a su madre, a sus hijas, a Evelyn ni a ningún otro miembro de su familia.
Por el contrario, si él llegaba a aceptar declararse culpable lograría una sentencia mucho más corta y ante todo lograría que no hubiera ninguna otra acción jurídico-penal en contra de sus hijas o en contra de cualquier otro miembro de su familia.
Cuando me enteré de esta enorme presión no tuve la capacidad de pensar qué era lo que podría suceder, porque un hecho es en teoría pensarlo y otro estar en la realidad, preso, fuera de su país, sin posibilidades ni recursos para abrazar a sus hijas, para besar a su madre, para tener el amor y el cariño de su familia y de quienes lo quieren.
Los norteamericanos lograron evitar que a Alfonso se le declarara inocente como lo es, porque una donación, que es de lo que se le acusa haber recibido, en nuestra legislación no es ni ha sido delito, tampoco es lavado de dinero por cuanto los fondos provienen de forma legítima de un gobierno que históricamente ha hecho donaciones y entregado recursos a la mayoría de presidentes de Centroamérica, si no que lo diga el expresidente de El Salvador, Francisco Flores a quien los norteamericanos no lo van a acusar por cuanto era su perro faldero.
También los norteamericanos han logrado evitar que Alfonso se declarara inocente en sus propias cortes y con ello tuviera el derecho de demandarlos por daños y perjuicios.
En cama y en cárcel se conoce a los amigos.
¡Guatemala es primero!