Alfonso El Grande


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Después del movimiento cí­vico de junio de 1944 que dio por tierra al régimen ubiquista, se organizaron algunos partidos polí­ticos, entre ellos el Frente Popular Libertador, por iniciativa de los estudiantes que habí­an participado en el derrumbe del gobierno. Solamente dos profesionales figuraron entre los fundadores, siendo ellos Alfonso Bauer Paiz, invitado por los estudiantes, y Augusto Charnaud Macdonald. Aunque yo tení­a 16 años me incorporé al partido y, junto con mi amigo Alejandro Arévalo, le dimos vida a la sección juvenil, de la cual Alejandro fue Presidente y yo el Secretario de Organización y Propaganda; adhirieron otros estudiantes, la mayorí­a del Instituto Central y de la Normal. Así­ fue como conocí­ a Bauer Paiz, llamado más tarde con el cariñoso hipocorí­stico de Poncho.

Lic. Mario Roberto Guerra Roldán

 


No sé por que, desde el principio nació una amistad con él que durarí­a hasta su muerte, a pesar de que era 10 años mayor que yo. Por mediación de Poncho, cuando era Magistrado Coordinador de Trabajo y Previsión Social, fui nombrado oficial de la Sala de Trabajo, cuando esta fue establecida en mayo de 1947. Después ocupó la cartera de Economí­a y Trabajo, siendo el ministro más joven, pues hací­a pocos dí­as habí­a cumplido 30 años. Mucho después cuando sufrió el atentado del que se salvó milagrosamente, lo visité en el IGSS, por fortuna en ese momento abrieron la puerta de la habitación en que reencontraba y pude verlo, me subió las cejas como acostumbraba hacerlo cuando nos veí­amos. Antes de este suceso coincidimos en tener el bufete en la misma casa. Pero como las visitas de los judiciales que llegaban continuamente en su busca, cambió de lugar, porque consideraba que por su culpa los otros inquilinos tení­amos molestias.

Poncho era de recia personalidad, muy capaz y, sobre todo, de una integridad a toda prueba y convicciones arraigadas e inamovibles. Su capacidad intelectual se conoció desde que era estudiante y formó parte del grupo de la Facultad de Derecho denominado los 7 Sabios, junto con Carlos Hall Lloreda, Pepi Roltz Benet, Arturo Yaquián Otero, “Titi” Ramí­rez que después perdió la razón, y otros que no recuerdo.

Poncho fue, es y será un paradigma de una honradez acrisolada invulnerable, insobornable ideológica y materialmente, por lo que podemos afirmar que no ha muerto, pues vivirá siempre en el corazón y la memoria de los buenos guatemaltecos.