En la cinta «Gravity» todo gira en torno a la frase «no te sueltes». Pero el cineasta mexicano Alfonso Cuarón dice que trabajar con su hijo Jonás en el guion de este celebrado espectáculo espacial lo llevó, precisamente, a soltar cualquier maña que haya podido adquirir a lo largo de su carrera. A revigorizarse como realizador.
«Fue Jonás el que trajo toda esa nueva energía, pues él me conoce de toda la vida. Para mí era más importante el rollo de él inyectando una nueva energía, una nueva pasión por el cine, desempolvándome de complejos y prejuicios», dijo Cuarón ayer durante la presentación de «Gravedad», como se titula el filme en español, en la Ciudad de México.
«Llega un momento donde tus películas llegan a tener cierta aceptación y que crees que tienes cosas muy importantes que decir y que el entretenimiento está peleado con él (el discurso cinematográfico). Me trajo de regreso a esta razón por la que, cuando era niño, quise hacer cine: por la experiencia fílmica, por ir a una sala de cine y ser transportado y dejarme llevar por una sala de cine», agregó.
«Gravedad» llega a las salas mexicanas el viernes tras su exitoso estreno en el Festival de Cine de Venecia y tras haber encabezado dos semanas la lista de las películas más vistas en Estados Unidos, con una recaudación en taquilla de más de 200 millones de dólares. La cinta también inaugurará el viernes el Festival Internacional de Cine de Morelia.
Protagonizada por Sandra Bullock y George Clooney, «Gravedad» relata la lucha de dos astronautas varados en el espacio y su lucha por sobrevivir.
Aunque el cineasta de 51 años aseguró que él y Jonás no mantuvieron una relación padre-hijo en el trabajo, sí reconoció las ventajas de esta colaboración.
«Cuando estábamos trabajando, éramos dos escritores trabajando. No hay jerarquías de padre o hijo», precisó Cuarón padre. «Lo único que hay son atajos, porque tenemos experiencias personales que compartimos».
Una de ellas fue la sinergia para lograr una cinta «donde por 90 minutos el público estuviera de sus asientos y a la misma vez habláramos de temas y el tema que más nos interesaba era el de la adversidad», expresó Jonás, de 30 años. «Lo que tratamos de crear es que el viaje casi arquetípico de un astronauta perdido en la órbita se volviera una metáfora de las adversidades que tiene el público. Que el público al tener esa experiencia pudiera casi tener la misma catarsis que el personaje principal».
«Entendíamos exactamente lo que queríamos», presumió su padre.
Hijo del director de filmes como «Y tú mamá también» y «Harry Potter y el prisionero de Azkaban» y sobrino del también guionista y director Carlos Cuarón, Jonás explicó que la buena relación profesional fue un proceso «bastante orgánico».
«Crecí con mi papá y mi tío Carlos, con ellos dos que no paraban de hablar de cine. En la universidad yo quería ser escritor, empecé a escribir guiones, él (mi padre) actuó muy sorprendido y no me quedó de otra. De lo único que hablaban de era de historias y otras cosas», contó Jonás.
«Seriamente traté de convencerlo para que hiciera otras cosas desde que era adolescente», arremetió su padre.
La buena relación se hizo evidente mientras Jonás explicaba la preparación con astronautas y físicos para entender conceptos como la microgravedad y darle mayor realismo a la historia.
«Por lo menos para mí, que nunca me fue muy bien en las clases de física en la prepa, era un concepto medio complicado de entender», dijo Jonás.
«Por eso termino de escritor», bromeó su padre.
«Gravedad» ha sido elogiada por cineastas como Steven Spielberg, James Cameron y Quentin Tarantino, tanto por sus logros técnicos como por la calidad de la historia, caracterizada por tener pocos diálogos.
«Es bueno saber que no la cagaste», señaló Jonás Cuarón en referencia a los comentarios positivos que el filme ha recibido.
Destacó que parte del éxito de la cinta, cuya dirección de fotografía corrió a cargo del mexicano Emmanuel Lubezki, se debe a la «libertad creativa total» que le brindó trabajar con su padre y a la «terquedad nacional» de los mexicanos y del británico Tim Webber, supervisor de los efectos especiales.
«Era imaginarnos hacer la película que queríamos hacer», apuntó Jonás. «En otro procesos habría llegado el director o productor a decir: ‘Miren, qué tal si reescribes tal escena’. Acá los retos los emocionaban a él (Alfonso Cuarón), al Chivo (Lubezki) y a Tim Webber. En ese sentido de la terquedad nacional, fue la terquedad de dos mexicanos y un inglés los que sacaron la peli adelante».