Alerta en Latinoamérica tras sismo en Haití­


Un hombre cubre su rostro mientras camina junto a un edificio destruido en Puerto Prí­ncipe. El número de muertos en el terremoto de Haití­ la semana pasada se ha elevado a 75 mil. AFP PHOTO / JOSEPH EID

El arrasador sismo de Haití­ puso en alerta a paí­ses latinoamericanos y del Caribe que se cuentan entre los más expuestos a terremotos en el mundo y también los más vulnerables por sus miles de tugurios construidos alrededor de cerros y rí­os.


El mapa sí­smico no deja lugar a duda: una lí­nea roja recorre el continente de sur a norte, bordeando sus costas pací­ficas para llegar hasta el Caribe. En su devastador camino se encuentran Santiago, La Paz, Lima, Quito, Bogotá, Caracas y todos los paí­ses centroamericanos.

Así­, desde hace una semana, se han despertado dolorosos recuerdos: el del temblor que mató a cerca de 70 mil personas en el norte de Perú, el 31 de mayo de 1970, o el del sismo de la madrugada del 4 de febrero de 1976 en Guatemala, causante de 25 mil muertos y 3,5 millones de damnificados. El 19 de setiembre de 1985, tembló Ciudad de México y murieron unas 10 mil personas según datos oficiales,

El continente también tiene su récord mundial del más intenso terremoto jamás registrado, de 9,5 grados en la escala de Richter, que se produjo el 22 de mayo de 1960 en la ciudad de Valdivia (840 km al sur de Santiago de Chile) y causó 3.000 muertos.

Nada extraño desde un punto de vista geológico: en la región varias placas tectónicas oceánicas se introducen debajo de la corteza continental, que a su vez es atravesada por diversas fallas.

Por ejemplo, en el Pací­fico, «la placa (oceánica) de Nasca, se introduce hasta 700 km por debajo de la placa continental», explica Estella Minaya, directora del Centro Regional de sismologí­a para América del Sur. «En algún momento aumenta su velocidad, y eso genera ruptura y desplazamiento», agrega.

La zona más expuesta actualmente, añade la especialista, «va del sur de Perú al norte de Chile», por la falta de ocurrencia reciente de un terremoto de gran magnitud: «se va acumulando energí­a hasta que eso va a estallar».

En agosto de 2007 un sismo sacudió a Pisco y otras ciudades de la costa sur-centro de Perú con un saldo de 595 muertos 300 desaparecidos y cerca de 300 mil damnificados.

En Guatemala, las autoridades también advierten sobre los riesgos crecientes, especialmente el director del Instituto de Sismologí­a, Eddy Sánchez, quien ha dicho que regularmente después de 30 años existen grandes descargas de energí­a, cuyo tiempo ya venció.

¿Qué hacer? Tras el sismo de Haití­, causante de al menos 70 mil muertos, surge de nuevo la pregunta sobre el nivel de preparación.

En la mayorí­a de los paí­ses, especialistas y funcionarios entrevistados por la AFP indican que se organizan con frecuencia simulacros de terremotos, se dispone de estaciones de monitoreo y de normas de edificación antisí­smica, pero no sin insuficiencias para proteger a los 586 millones de habitantes de la región, más del 75% de ellos urbanos.

«En Chile, Colombia o Perú, hay reglamentación para que las viviendas soporten ese tipo de terremotos, pero por ejemplo en Bolivia no hay control (sobre su aplicación, ndlr) y la mayor parte de la población está en zonas de vulnerabilidad», afirma la ingeniera Minaya.

También en Bogotá, ciudad con riesgo sí­smico intermedio donde viven millones de desplazados en edificaciones artesanales construidas en la veredas, más del 80% de las viviendas no cumple con normas sí­smicas, según especialistas.

En Ecuador «existen construcciones irregulares en todo el paí­s y eso es fuente de peligro», asegura Mario Ruiz, jefe de sismologí­a del Instituto geofí­sico de Quito.

Lo mismo ocurre en Venezuela donde «más de la mitad de la población vive en viviendas humildes sin capacidad para resistir un terremoto y más del 60% habita, a su vez, en zonas de riesgo sí­smico», según Carlos Genatios, experto en ingenierí­a estructural y sismorresistente.

Los especialistas insisten en la necesidad de recordar reglas básicas de prevención y en la llamada «microzonificación».

Esta técnica, que consiste en documentar muy localmente el riesgo sí­smico y el tipo de suelo, permite definir con mucha más eficacia la construcción adecuada, casi a nivel de barrios, y así­ limitar los daños, precisa Estella Minaya.

Pero según los expertos, falta aún mucho camino para el «riesgo cero».

«Ningún paí­s en el mundo está realmente preparado para los peligros que representa un sismo», admite el director de sismologí­a del Instituto geofí­sico de Perú, Hernando Tavera.

«En definitiva nadie está moderadamente preparado ante un fenómeno como estos», dice también la subdirectora del Instituto colombiano de geologí­a y minerí­a, Marí­a Calvache.