La crisis financiera mundial desatada como consecuencia de la falta de regulación en las entidades bancarias del mundo que operaron con altos niveles de riesgo hasta causar la aguda recesión de hace tres años tuvo efectos tremendos en nuestra propia economía, especialmente con la baja de la actividad comercial y la reducción de la captación de impuestos, lo que nos llevó a una política de endeudamiento para cubrir las necesidades del Estado.
En esos días las autoridades monetarias presumían que el país estaba blindado ante la crisis internacional y no tuvieron el tino de prepararse adecuadamente. Hoy es la deuda pública la que está a punto de provocar una crisis sin precedentes en el mundo y amenaza la misma subsistencia del euro como moneda regional de Europa. Grecia, Portugal, Italia y España están por llevarse de corbata a las grandes economías y Alemania, el motor de la zona, está preparando ya un plan de contingencia por si fracasa el euro.
Ciertamente nuestra dependencia es mayor de la economía norteamericana y aún de la china que de la europea. Sin embargo, las predicciones mundiales son que una crisis en Europa mayor de la actual tendrá repercusiones en todos lados y que Estados Unidos puede verse en serios aprietos. Los expertos hablan ya de la necesidad de adoptar medidas en América Latina y algunos países han decidido emprender políticas para prevenir los efectos de la recesión.
En Guatemala se está preparando un nuevo equipo de gobierno y tiene que tomar en cuenta ese escenario que no es alentador y puede demandar de las autoridades futuras una acción firme y decidida. Pero lo más importante es entender que la política de enfrentar cualquier problema aumentando la deuda pública ha tenido pésimos resultados en los países de Europa que escogieron ese camino. El endeudamiento funciona cuando es para financiar inversión en desarrollo, pero cuando se usa, como lo ha hecho el gobierno de Colom, para financiar el funcionamiento del Estado, es como cuando una familia usa la tarjeta de crédito para cubrir sus gastos sin tener la capacidad para pagar toda la cuenta a fin de mes. Empieza a arrastrar un déficit que poco a poco se vuelve inmanejable y en ese rumbo nos ha puesto este gobierno que perdió por completo la disciplina fiscal que era una de las pocas cosas positivas de la gestión pública en el país.
Volver a la disciplina y prepararse para época de vacas flacas tiene que ser una actitud de prudencia del futuro equipo de gobierno para no caer en el error de este que creyó que el canto de sirena afirmaba que Guatemala estaba blindada ante la crisis internacional.
Minutero
Tomza es un precedente
de que resulta imprudente
ese tan sucio amiguismo
manejado con cinismo