Alemania conmemora el viernes el nacimiento hace 60 años del deutsche mark (marco alemán), un aniversario que coincide con el de todo un sistema económico sobre


Una bombilla de 60 watts, especial para el ahorro de energí­a representa los 60 años del poderí­o económico teutón.

El 20 de junio de 1948, en una Alemania todaví­a anonadada por su derrota tres años antes y ocupada por los aliados, el marco sustituyó al Reichsmark en lo que serí­a la futura República Federal Alemana.


Una idea simple pero que forjó la identidad de un

Al mismo tiempo y por iniciativa del entonces director de Asuntos Económicos, Ludwig Erhard, y contra la opinión de los ocupantes estadounidenses, los precios, hasta entonces controlados, fueron liberalizados.

En una noche, las estanterí­as de las tiendas se llenaron. Hasta entonces, los comerciantes se resistí­an a poner a la venta todas las mercancí­as que almacenaban porque tení­an limitados los beneficios.

De la noche a la mañana, el paí­s se despertó en la abundancia y, en la memoria colectiva alemana, fue el inicio de una fase de enriquecimiento y de prosperidad que durarí­a 30 años, el llamado «milagro económico alemán».

Más que el nacimiento del marco, ya desaparecido, Alemania celebra esta semana todo un sistema económico asociado a ese periodo, la economí­a social de mercado.

«Alemania quiso una tercera ví­a entre el comunismo y el liberalismo a la americana», explica Michael von Hauff, profesor de Economí­a en la Universidad de Kaiserslautern. Las leyes de mercado son el cimiento del modelo, pero el Estado define el marco, con reglas para la competencia, por ejemplo.

Una idea simple pero que, como recuerda el diario Frankfurter Rundschau, forjó la identidad de un «paí­s desorientado, que no tiene declaración de independencia, ni Marsellesa, ni habeas corpus».

La economí­a social de mercado se ha convertido para los alemanes en una especie de cajón de sastre en el que se incluyen una serie de mitos: la fuerza de la moneda alemana, el modelo de cogestión que otorga a los representantes de los asalariados un importante papel en la dirección de las empresas, pero también el Estado del bienestar y el eslogan de Ludwig Erhard, «prosperidad para todos», impuesto en los años 50 y 60 a golpe de televisores, frigorí­ficos y Escarabajos de Volkswagen.

Pero precisamente por ser proteica, la economí­a social de mercado es vulnerable en diferentes frentes. Mientras la canciller alemana, Angela Merkel, pronunció hace unos dí­as un encendido discurso en memoria de Ludwig Erhard y sus ideales, un estudio de la Fundación Bertelsmann reveló que sólo el 31% de los alemanes sigue teniendo una buena opinión de su modelo económico.

Para la izquierda, especialmente para los cada vez más seguidores del partido radical Die Linke, la economí­a social de mercado ha abandonado su componente social. Para el 73% de los alemanes, el reparto de los ingresos y del patrimonio en el paí­s no es igualitario, según el estudio de la Fundación Bertelsmann.

Una serie de recientes escándalos –de corrupción en Siemens y Volkswagen o de espionaje en Deutsche Telekom– ha acrecentado la desconfianza de la opinión pública respecto al orden económico.

Por otro lado, los medios económicos reprochan a este modelo ser poco «de mercado» y al Estado amordazar la iniciativa y el espí­ritu de empresa.

Para el presidente de la Federación de Empresarios BDA, Dieter Hundt, es un problema de comunicación. «Evidentemente, no somos capaces de convencer a la población de que el camino seguido todos estos años es el bueno», dijo.

Paradójicamente, la economí­a alemana prevé crecer un milagroso 2% este año, y el paro, el cáncer que la roe desde hace varios años, retrocede de manera espectacular.

Para la izquierda, especialmente para los cada vez más seguidores del partido radical Die Linke, la economí­a social de mercado ha abandonado su componente social.