Algunos lectores de mi artículo denominado “Arzú versus Sinibaldiâ€, publicado el pasado jueves 2 de junio, parecen haber creído que, en la actual competencia electoral por la alcaldía del municipio de Guatemala, estoy en favor de la candidatura de Alejandro Sinibaldi. Me apresuro a jurar (y lo juro mil veces) que las opiniones que expuse son independientes de la preferencia por uno de los candidatos a la alcaldía del municipio de Guatemala (del cual no soy vecino). Son opiniones que pueden resumirse en esta tesis: el candidato ílvaro Arzú, quien ejerce la alcaldía por tercera vez, tiene un contendiente que puede impedirle ser alcalde por cuarta vez. Ese contendiente es Sinibaldi.
Me abstuve de juzgar que Arzú ha sido un buen alcalde, o un mal alcalde, porque mi propósito era comparar cifras estadísticas sobre intención de voto, y mostrar la escasa diferencia entre la intención de voto en favor de Arzú, y la intención de voto en favor de Sinibaldi, en el supuesto de que es válida la encuesta cuyas cifras comparé. También me abstuve de juzgar que Sinibaldi sería mejor o peor alcalde que Arzú.
Empero, no quiero abstenerme de juzgar que la campaña electoral de Sinibaldi es una de las más exitosas del actual proceso electoral. Hasta es notablemente más exitosa que la campaña de algunos candidatos presidenciales. La medida de ese éxito es simple: el progresivo ascenso de la intención de voto en favor de su candidatura.
No es un éxito casual. Es un éxito producto de una intrépida e impetuosa voluntad de competir con un personaje político aparentemente imbatible, o inconmovible en su holgado y hasta arrogante feudo edilicio. Es producto de un creativo “marketing†político electoral, en el que se manifiesta un esfuerzo disciplinado por derrocar a un confiado señor de un “ancien régime†municipal. Es producto de una de las campañas electorales más novedosas durante las últimas décadas. Quizá Sinibaldi llegue a ser un político importante, tan importante por lo menos como lo es actualmente el rival a quien, con raro coraje y vigorosa tenacidad, él trata de derrotar: Arzú.
Otros candidatos tienen una intención de voto tan reducida, que invitan a afirmar que la actual contienda por la alcaldía del municipio de Guatemala es contienda entre Arzú y Sinibaldi. No necesariamente los otros candidatos son menos aptos; y por lo menos dos de ellos tienen experiencia en gobierno municipal (precisamente en gobierno del municipio de Guatemala), y por lo menos uno de ellos (aludo a Roberto González Díaz-Durán) tiene una excelente formación académica. Empero, la experiencia o la formación académica no son causas necesarias de éxito electoral. Entonces puede ser un error fundamentar una campaña electoral en esa experiencia o en esa formación (las cuales tampoco garantizan el desempeño más idóneo de la función pública que, por medio del voto, adjudican los ciudadanos).
Afirmo que, actualmente, la contienda por la alcaldía del municipio de Guatemala es contienda entre Arzú y Sinibaldi; pero preferiría una contienda entre por lo menos tres candidatos que tengan una intención de voto muy próxima, es decir, preferiría una mayor competencia electoral por la alcaldía del municipio de Guatemala. Si no es posible una mayor competencia, presenciaremos un novedoso combate electoral entre un viejo político exitoso, y un nuevo político exitoso.
Post scriptum. Creo que con la candidatura de Sinibaldi, los vecinos del municipio de Guatemala podrían estar ante una precisa disyuntiva electoral: o Arzú, o no Arzú.