Alarma en el mundo diplomático por filtraciones de Wikileaks


Hillary Clinton, secretaria de EE.UU. de Estado, se pronunció ante la liberación de documentos de Wikileaks. FOTO LA HORA: AP Evan Vucci

Las filtraciones de documentos confidenciales hecha por Wikileaks ha sido condenada desde muchos sectores, sobre todo gubernamentales, y se generaliza la impresión de que ese grupo puede haberse pasado de la raya.


Más grave todaví­a, el hecho de que no se pueda poner nada por escrito hace peligrar el mismo arte de gobernar, como advirtió el primer ministro de Israel, poco acostumbrado a expresar la opinión predominante, haciéndose eco de la actitud mayoritaria.

«A los talentosos diplomáticos estadounidenses les resultará más difí­cil enviar cables e informes como antes», expresó Benjamin Netanyahu. Acotó que los gobiernos se guardarán la información, restringiéndola a unas pocas personas, para minimizar el peligro de una filtración.

Ese comentario plantea la inquietante noción de que hay que limitar las cosas que se informa al público.

Netanyahu sostuvo que la posibilidad de comunicarse en secreto fue vital para que Israel alcanzase un acuerdo de paz con Egipto en 1979. Si la opinión pública israelí­ hubiese sabido que el primer ministro Menachem Begin estaba dispuesto a ceder el desierto del Sinaí­, capturado en 1967, se habrí­a generado un furor que bien pudo haber frustrado el acuerdo, manifestó Netanyahu.

«La transparencia es fundamental en nuestra sociedad, y es generalmente esencial. Pero hay algunas áreas, incluida la de la diplomacia, en la que no es esencial», expresó.

La tradición de transparencia recibió un gran golpe durante el fin de semana, cuando Wikileaks comenzó a difundir más de 250.000 cables de embajadas de Estados Unidos.

La secretaria de estado Hillary Rodham Clinton afirmó que Wikileaks actuó ilegalmente y prometió tomar medidas.

La condena fue casi universal.

El primer ministro canadiense Lawrence Cannon declaró que las filtraciones «podrí­an comprometer nuestra seguridad nacional». El diario suizo Basler Zeitung habló de un «desastre diplomático». El ministro de relaciones exteriores alemán Guido Westerwelle fue más diplomático y dijo que la publicación «no fue un acto altruí­stico precisamente».

Cuando se filtran secretos de estado, muchas veces hay quienes dicen que es algo positivo que permite saber más sobre un tema importante. Eso no sucedió esta vez.

La sensación predominante es que las filtraciones pueden hacer peligrar una forma de manejarse, todo en forma gratuita. Y que el arte de la diplomacia –considerada una fuerza positiva, que ayuda a evitar guerras y resolver conflictos– ha sido comprometido.

El diario italiano La Repubblica dijo que hay que replantear la conducta diplomática, partiendo de la base de que «siempre puede haber un par de ojos electrónicos observando lo que escribe una persona».

Estados Unidos ha apelado al secreto para obtener sus fines diplomáticos con frecuencia. El histórico viaje de Richard Nixon a China en 1972 fue precedido por conversaciones secretas con Pakistán como intermediario. En una ocasión, el secretario de estado Henry Kissinger, durante un viaje a Islamabad, fingió una enfermedad y se hizo una escapada a Beijing.

Lo más común, no obstante, son los informes que los diplomáticos enví­an a Washington sobre temas polí­ticos, figuras, asuntos económicos e incluso chismes.

Michael McKinley, embajador estadounidense ante Colombia, dijo que la vulnerabilidad de la correspondencia diplomática causa «afecta enormemente… la capacidad de los diplomáticos estadounidenses de mantener un diálogo franco y confidencial no solo con figuras del gobierno, sino con polí­ticos y otras personalidades ajenas a los gobiernos».

Para que el sistema funcione, los diplomáticos necesitan que sus contactos confí­en en su discreción.

«Valiosos contactos que ofrecí­an conocimientos y contexto ahora podrí­an sentirse renuentes a hablar confidencialmente con funcionarios estadounidenses por temor a que sus palabras lleguen a la prensa, a rivales polí­ticos o a aliados», expresó Ali Engin Oba, analista turco especializado en cuestiones estratégicas y ex embajador ante el Congo y Sudán. «Es algo lamentable para la diplomacia».

«Hay que revolucionar la forma en que se enví­an y se archivan los cables diplomáticos. Tiene que haber avances tecnológicos», sostuvo.

Esa parece ser la impresión generalizada ahora que los correos electrónicos y las conversaciones telefónicas son el principal método de transmitir información.

¿Qué se puede hacer?

Stelian Tanase, analista polí­tico rumano, opina que los diplomáticos tienen que aprender a hablar en código, «usando metáforas y expresiones con doble significado».

Aaron David Miller, ex negociador del Departamento de Estado en el Medio Oriente, cree que el proceso de codificación de datos se hará más complejo.

Sergio Romano, ex embajador de Italia ante Moscú, señaló que «la primera reacción será fijar reglas de confidencialidad más estrictas».

Elliot Abrams, quien sirvió en el Consejo de Seguridad Nacional bajo el gobierno de George Bush padre, pronosticó que los diplomáticos serán más selectivos y enviarán sus informes a menos gente. «Habrá personas que deberí­an recibir esa información, que no la recibirán», opinó.

Para muchos, resultó irónico que estas filtraciones hayan sucedido en Estados Unidos, paí­s que generalmente cuestiona los sistemas de seguridad de los demás.

REACCIONES Congelan información


Después de las más recientes revelaciones de Wikileaks, el gobierno estadounidense ha puesto en vigencia una nueva polí­tica de restricciones informativas, revirtiendo casi una década de esfuerzos posteriores a los ataques terroristas del 2001 para que los funcionarios hicieran más accesibles documentos delicados.

El Pentágono ha detallado nuevas reglas de seguridad, incluso restricciones sobre las diminutas memorias portátiles (flash drives), para dificultar que cualquiera copie y revele tantos secretos. Las restricciones reflejan esfuerzos similares en otras agencias.

La nueva actitud podrí­a hacer que las informaciones de inteligencia fueran menos accesibles a soldados de menor graduación que combaten en el frente en Irak y Afganistán.

Las restricciones a las informaciones delicadas tienen lugar un dí­a después que el gobierno de Barack Obama calificó la revelación de más de un cuarto de millón de memos diplomáticos como un ataque a Estados Unidos y planteó la posibilidad de cargos penales contra el cibersitio Wikileaks.

La secretaria de estado Hillary Rodham Clinton afirmó que Wikileaks actuó ilegalmente al revelar el material. Clinton dijo que el gobierno estaba tomando «medidas enérgicas para responsabilizar a quienes robaron esta información».

El secretario de justicia Eric Holder dijo que el gobierno realizaba una investigación penal. Las revelaciones más recientes, que incluyen documentos secretos y delicados del Departamento de Justicia, perjudican la seguridad de la nación, sus diplomáticos, las evaluaciones de inteligencia y las relaciones con otros gobiernos, afirmó Holder.

Abogados de agencias gubernamentales investigan si serí­a posible juzgar al fundador de Wikileaks, Julian Assange, y a otros bajo la Ley de Espionaje, dijo un alto funcionario de la defensa el martes bajo la condición del anonimato.

El funcionario, que habló en forma privada para mantener la investigación en curso, dijo que abogados de los departamentos de Justicia, Estado y Defensa discuten si puede aplicarse la Ley de Espionaje a la organización Wikileaks.

Funcionarios estadounidenses dicen que están sintiendo las repercusiones de la información. Un funcionario en contacto con personal estadounidense militar y diplomático en Irak dijo que el Departamento de Estado y otras agencias están restringiendo el flujo de información y el acceso entre el Ejército y agencias civiles. El funcionario habló con la condición del anonimato para discutir el flujo de información secreta.