Alamilla: “Estamos en un escenario peligroso para el ejercicio periodístico”


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Ileana Alamilla estuvo en el exilio por 19 años durante el conflicto armado interno, tiempo en el que fundó el Centro de Reportes Informativos de Guatemala (Cerigua). Hoy, además de dirigir esa importante agencia de noticias en el país, es uno de los rostros más visibles de la defensa de la libertad de expresión en el país y una voz destacada de la defensa del ejercicio del periodismo.

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POR EDER JUÁREZ
ejuarez@lahora.com.gt

Alamilla también es Abogada y Notaria, Licenciada en Ciencias Jurídicas y Sociales de la Facultad de Derecho de la Universidad de San Carlos, y Licenciada en Periodismo; ha publicado varios artículos de opinión en Excélsior, El Financiero, El Gallo Ilustrado y la revista Siempre y  ha colaborado con grabaciones a Radio Universidad y Radio Educación, de la que todavía es corresponsal.

En esta entrevista por La Hora pasa revista por las amenazas que enfrentan los comunicadores y destaca la importancia de promover un programa de protección para periodistas.

En términos generales, ¿cómo evalúa la libertad de prensa y la libertad de expresión en Guatemala?

Ahora no hemos tenido los graves problemas que hubo en el pasado en relación a la censura y autocensura que impuso el Estado. Entonces era un problema y un peligro que se informara sobre estas situaciones para quienes violentaron los derechos humanos.  Yo recuerdo que Oscar Clemente (Marroquín), en el breve lapso en que fue candidato, habló de cómo la prensa en Guatemala no pudo trabajar los temas riesgosos, que eran las violaciones a los derechos humanos, secuestros, la situación de las mayorías y temas ecológicos.

Nosotros hemos tenido periodos muy difíciles para el ejercicio periodístico. Fuimos en América Latina de los países que reportamos la mayor cantidad de periodistas asesinados, detenidos, desaparecidos o secuestrados en el periodo del conflicto armado. Creo que hay que reconocer que ahora nosotros podemos hablar de esos temas, que durante el conflicto fueron tabú. A partir de la firma de los Acuerdos esto cambió. Hoy cualquier periodista puede hablar, criticar al Ejército y la represión. La censura y la autocensura no vienen del Estado.

Desafortunadamente estamos en un escenario igualmente peligroso para el ejercicio periodístico, pero ahora son otros los censores de la libertad de expresión, porque debido a una serie de razones, se ejerce la profesión en un ambiente no idóneo.

Primero por la violencia generalizada y segundo porque hay actores, especialmente en el área rural, que han impuesto la censura y la autocensura a los colegas.

Aquí es poco lo que se sabe de lo que está pasando en el interior del país; trascienden solo cuando ocurren hechos como el reciente de Salcajá o como lo que sucedió en Zacapa hace algunos años.

Eso no es que suceda de la noche a la mañana; eso está allí, sucediendo a diario, porque sabemos que en Guatemala está implantado el crimen organizado con todas sus variantes: corrupción, trata de personas, tráfico de combustibles, maderas preciosas, extorsiones, secuestros exprés.

Nuestros colegas periodistas saben quiénes son los responsables. Muchas veces son vecinos o conocidos. Igual sucede con la narcoactividad y similares. Los periodistas departamentales saben cuáles son los pasos de los migrantes, saben quién es el “pollero” o quién hace el negocio de trata de personas, pero no pueden trabajar esos temas, porque así como ellos lo saben, también los criminales conocen a los periodistas. Así es que consideran mejor no informar sobre estos temas.

El crimen organizado y la narcoactividad ejercen ahora la censura. Antes hablábamos de narcotráfico porque Guatemala era un país de paso de la droga, por tierra, mar y aire, pero conforme fueron adoptando políticas los gobiernos de México y Colombia, los carteles fueron reacomodándose y variando sus estrategias y rutas, así como su forma de operar. Entonces Guatemala se fue convirtiendo no solo en un país de paso sino en una estación de servicios, porque aquí hay siembra, consumo, procesamiento, tráfico y lavado de dinero, y todo esto genera un grave riesgo y peligro para quien lo aborda. 

La guerra contra el narcotráfico se está perdiendo; 60 mil asesinados en el sexenio pasado en México y la prensa, al cubrir estos hechos, se colocó como un blanco de los criminales, pero no solo de los narcotraficantes, sino de toda esta gama de criminales. Nosotros tenemos condiciones que propician un riesgo y un peligro alto para la prensa.  

En 2012 hubo 36 amenazas contra periodistas y en lo que va de 2013 ya han muerto dos periodistas en hechos violentos. ¿Qué lectura hace de esta situación?

No fueron solo amenazas. Fueron agresiones, hostigamientos, limitaciones de acceso a las fuentes; esos 36 hechos tienen que ver con una diversidad de delitos. Desafortunadamente quienes nos deberían proteger son muchas veces los que violentan los derechos de los periodistas. Las autoridades, al igual que algunos grupos sociales, se convierten en una amenaza para la prensa; agreden y golpean  a los periodistas. Son hechos que se han reportado también.

Estamos en medio de una serie de actores que irónicamente deberían ser quienes estarían más interesados en que nosotros podamos desarrollar un trabajo con libertad, y no es así. Este año ya llevamos varias agresiones y dos asesinatos de periodistas.

Uno de los problemas es la impunidad, porque desde el año 2000 a la fecha, 20 periodistas han muerto en Guatemala y solo un caso ha sido resuelto. Los demás todavía están en investigación. No sabemos si la causa del asesinato fue por el ejercicio periodístico o no. De cualquier modo, el Ministerio Publico y las autoridades tienen la obligación de investigar y avanzar en las hipótesis para que nosotros estemos claros del porqué han asesinado a los colegas y sobre todo que haya una debida aplicación de justicia en los casos de periodistas asesinados.

El año pasado nosotros fuimos sede en Guatemala del lanzamiento del primer informe de impunidad en casos de periodistas. Esta es una lucha que no queremos dejar, porque en la medida en que los criminales sepan que no pasa nada, estos hechos se van a repetir. Igual con quienes obstruyen el ejercicio periodístico, que tratan de cooptar, corromper a los periodistas, los amenazan o agreden. Si no hay un castigo, eso se va a repetir.

Entonces, el Estado no tiene la capacidad ni de controlar la violencia ni de aplicar justicia pronta y cumplida, mucho menos de garantizar un escenario idóneo para el ejercicio periodístico.

¿Cuál es la diferencia entre ejercer el periodismo en la Capital y el interior del país?

Yo diría que hay un abismo de diferencia. En primer lugar, las condiciones de inseguridad en la que todos vivimos están democratizadas. Aquí no importa si es periodista, abogado o persona común; cualquiera está expuesto a que le suceda un hecho violento, pero nosotros los periodistas, si cubrimos hechos que puedan afectar a ciertos actores, tenemos la posibilidad de denunciarlo de inmediato o de encontrar solidaridad, y los actores tienen más cuidado porque saben que pueden verse afectados y enfrentados con la justicia.

Aquí hay más fuentes de trabajo. Somos un país absolutamente centralista y todo está concentrado en la Capital. El área rural reporta gravísimos problemas, tanto de carácter económico como de seguridad para los periodistas: escasez de fuentes de trabajo, precariedad, bajos salarios y además instalados en medio de una situación muy problemática, conflictiva y rodeados por criminales.

Dar información de hechos violentos, prácticamente se convierte en un tiro al blanco, y aquí vuelvo al tema anterior. Acá no hay muchas agresiones a periodistas, porque los temas riesgosos que están básicamente generados en el área rural no están siendo abordados.

Nosotros les damos la razón a los periodistas, porque ninguna noticia o primicia vale su vida. Sobre todo para quienes trabajan bajo esas condiciones, y ante la ausencia de un Estado que garantice seguridad. No se pueden arriesgar a escribir sabiendo que hay quienes los pueden matar.  

¿Por qué es importante un equipo de protección a periodistas en Guatemala?

Hablando sobre estas condiciones hemos estado haciendo un cabildeo. Lo hicimos durante el examen periódico universal del Estado de Guatemala. Yo me reuní con 17 misiones para pedirles que recomendaran al Estado asumir un programa de protección para periodistas en carácter preventivo, porque no queremos que después el Presidente les dé el pésame a los familiares de los comunicadores víctimas de la violencia, y después no tendrán ni con qué vivir, porque le mataron a su ser querido.

Después en Ginebra se volvió hacer el trabajo. Me reuní con misiones diplomáticas pidiéndoles que recomendaran adoptar este programa al Estado y que además garantice un clima idóneo para el ejercicio periodístico y que fortalezca la Fiscalía de Delitos contra Periodistas.  

El Presidente, desde el año pasado, el 3 de mayo, se comprometió a impulsar un programa de protección y este año ratificó esa voluntad a través de sus voceros. El secretario de la Paz, Antonio Arenales Forno, declaró en Ginebra que el Gobierno ratificó esa voluntad e indicó que van a instaurar un programa de protección a periodistas

A la fecha, en América Latina solo hay dos países que lo tienen, Colombia y México. Nosotros seríamos el tercer país con este programa, y creo que la virtud que tendría es que les saldría al paso a los hechos violentos e irreversibles que puedan ocurrirle a un periodista, cuando sabemos del escenario tan delicado en el que estamos.

Con este programa se acatarían las resoluciones que se han hecho desde la Organización de Naciones Unidas, que ha recomendado a los Estados adoptar estos programas. Esto también sería una muestra de voluntad del Gobierno y además sería una muestra del interés que tiene el Estado en proteger a los periodistas.

Se mide el grado de democracia de un país por el grado de libertad de prensa, pero entonces, ¿quién se preocupa de la promoción y defensa de ese derecho? Ninguno. Y si el Estado no lo hace, ¿qué les podemos pedir a los demás? Por eso es que pensamos que es estratégico adoptar un programa antes de que sea tarde.

Yo sí quisiera que el Gobierno cumpla con lo que se ha comprometido, porque de nada sirve el discurso y la promesa si el Presidente no da inicio a este programa y empezamos la discusión para ver cómo lo podemos construir, cuáles son las condiciones y cómo se adapta a nuestra realidad.

¿A qué obedece que no avance este proyecto?

Yo creo que a negligencia, a falta de interés, y a que muchas veces se utiliza un discurso político que no se pone en práctica. Yo no quiero dudar de la palabra del Presidente, pero sinceramente ya llevamos un año y medio que no logramos la firma de un pequeño documento, que nada más sirve como el motor para iniciar, porque el programa lo tenemos que construir y por supuesto en este tienen que participar entidades relacionadas con la seguridad y la justicia.

Uno de los argumentos que se ha dado es la falta de recursos, entonces nosotros hemos hablado con los personeros del Gobierno así como con misiones diplomáticas para ver si se consigue algún apoyo financiero, además que no se está pidiendo carros blindados como tienen los periodistas en Colombia y esos millones con los que disponen, sino pensar en cosas muy prácticas.

No estamos pidiendo un programa millonario, estamos pidiendo lo que se puede hacer con el Estado que se tiene y con el presupuesto que hay.

Recientemente la Agencia CERIGUA recibió el premio Press Emblem Campaign 2013 en Ginebra. ¿Cuáles fueron los motivos para hacerse acreedores de este reconocimiento?

Me sentí verdaderamente orgullosa porque ellos siempre dan un premio a una entidad o a un periodista que trabaja en la promoción y defensa de la libertad de expresión y protección al periodista. En Centroamérica es la primera vez que se da; nos lo dieron a nosotros y a un caricaturista de Honduras por el trabajo de protección a periodistas que ellos han tenido conocimiento que nosotros hemos venido haciendo.

Desde hace mucho nosotros somos el referente en el tema de la libertad nacional e internacional, somos miembros de la red Ifex, que es la red más grande de protección a periodistas en el mundo; somos el único miembro de Guatemala y en Centroamérica solo hay otro en Honduras. Nos han elegido como miembro del Comité Coordinador de Ifex América Latina, que es una alianza de 16 organizaciones que trabajamos en la defensa y promoción de la libertad de prensa.

Activamos mucho a nivel nacional e internacional, acompañamos a los periodistas amenazados, estamos muy de cerca con la fiscalía, estamos en un espacio en el Ministerio Público.

Nuestra información, monitoreo y los estudios que realizamos para reportar el estado de situación lo utiliza la relatoría de libertad de expresión en sus informes oficiales; hay un vínculo de confianza entre la relatoría y nosotros. Somos también fuente confiable de Reporteros sin Fronteras; soy la representante del emblema de prensa para toda Centroamérica y México; pero es por eso porque nos hemos esforzado y especializado, porque el eje estratégico de Cerigua es el trabajo por la libertad de emisión del pensamiento, libertad de prensa y acceso a la información.
 

El próximo 8 de agosto CERIGUA arribará a su 30 Aniversario. ¿Cómo resumiría el avance de la libertad de expresión y la democratización de las comunicaciones en tres décadas?

Yo creo que ha habido un enorme avance, porque si no, yo no estuviera aquí. Tuvimos que fundar esta agencia fuera del país. Fuimos de los pocos que informamos de la situación de violaciones de derechos humanos durante la época del conflicto. Yo fui de las muy pocas periodistas, o creo que fui la única, que le dio seguimiento y estuvo presente en todas las reuniones de negociación. Durante todo ese tiempo, como le repito, no se podía hablar de lo que eran los hechos noticiosos que tendrían que informarse al mundo y hoy pues estamos hablando de esas situaciones que han ocupado primera línea.

El mismo hecho de que nosotros estemos aquí, una agencia que fue estigmatizada y mi persona también, y ahora yo tengo a mi cargo bajo mi responsabilidad corresponsalías internacionales, entonces yo sí creo que ha habido un avance; pero tenemos este escenario peligroso que es distinto de lo que tuvimos en el pasado.

¿Cuéntenos sobre su trayectoria periodística y su visión del periodismo actual?

He tenido excelentes equipos de trabajo. Una sola persona no puede hacer las cosas; son las asociaciones y los colectivos lo que nos une. Es la mística y convicción de la entrega de un equipo.

Soy Abogada y Notaria, Licenciada en Ciencias Jurídicas y Sociales y me formé como periodista fundando esta agencia, y realmente mi escuela fue México, fue donde yo aprendí realmente a hacer periodismo. Allí moviéndome con mis colegas mexicanos y corresponsales internacionales.

En esa época México tenía la tercera asociación de corresponsales extranjeros más grande del mundo, porque estaban basados allí para cubrir el resto de América Latina, y así fui conquistando espacios. Fui columnista de muchos medios mexicanos, del Excélsior, El Día, Financiero y revistas mexicanas de Radio Universidad. Todavía soy corresponsal de Radio Educación de México.

Nos vinculamos con otras agencias que había en el momento de la década de los 80, porque nosotros nos reivindicamos como una agencia de información alternativa que les daba voz a las personas que no la tenían.

Tuve la oportunidad de tener vínculos con figuras periodísticas muy importantes; somos parte de una Federación Latinoamericana de Periodistas. Yo fui tres veces electa en la asociación de corresponsales como miembro de su directiva.

Luego, cuando regresé al país, tuve la oportunidad de sacar la Licenciatura en Periodismo. También he escrito para varios medios guatemaltecos; en La Hora yo publiqué y tengo un reconocimiento enorme a este medio que ha abierto un espacio increíble, y así he escrito en otros periódicos, soy corresponsal de otros medios latinoamericanos y columnista de Prensa Libre.

Yo creo que como en todo, hay cosas muy buenas, muy valiosas que se están haciendo, un periodismo de profundidad, La Hora en sus reportajes, se nota que hay un interés de no solo dar la nota puntual sino de contextualizarla y además de darle la voz a varios actores, tratan de dar una panorámica de un hecho, que eso es lo que hay que lograr.

¿Cree que las nuevas generaciones de periodistas y comunicadores aportarán nuevos valores al gremio?

Yo creo que sí, pero no se puede generalizar porque hay muchos que aspiran a ser presentadores de televisión, a convertirse en estrellas, etc.

Creo que sí hay muchos jóvenes que tienen la convicción de la trascendencia que tiene esta profesión, y aportan creatividad, aspectos novedosos que se pueden trabajar en el periodismo de investigación y además formas que pueden interesar a las personas, mucho más que lo que se hacía antes. Hay muchas formas para cautivar y atraer, y para trabajar con formalidad y profesionalismo los géneros periodísticos.

En lo que yo no creo es en el periodismo ciudadano; creo que es una discusión que tenemos que abordar, porque es cierto ha contribuido a ciertas coyunturas pero nosotros pensamos que eso no es hacer periodismo, porque el periodismo es una ciencia, es un arte, tiene un método científico y requiere un talento. No cualquiera puede ser periodista.