Mariano Cantoral
Alambique es un novedoso proyecto editorial guatemalteco, ideado y realizado por un joven escritor y ahora editor amatitlaneco Marco Valerio Reyes; los libros fabricados por el taller experimental Alambique difieren mucho de los productos que ofrecen las editoriales «formales», las portadas no las son las tradicionales, coloridas e ilustradas, sino tapas de cartón, los textos son manuscritos fotocopiados y uniformemente compaginados, el alejamiento de lo habitual no le resta calidad ni estética a la obra, obliga a reinventar lo que comúnmente se conceptualiza como «publicar un libro» y a imaginar nuevas dimensiones para difundir la palabra.
La editorial Alambique nació este año en el municipio de Amatitlán, Guatemala, como una idea de Marco Valerio Reyes quien quiso fundar y abrir un espacio innovador y menos rígido para publicar una obra literaria, lograr su descentralización y pone al alcance de los lectores, libros baratos y de calidad.
En el blog edicioneslacartonera.blogspot.com se puede obtener más información acerca de otros proyectos similares pues el fenómeno de las editoriales cartoneras se ha expandido en varios países de Latinoamérica.
Actualmente ya se fabricaron los primeros libros en el taller experimental Alambique, bajo el sello de la editorial homónima, se trata de dos poemarios: «Atardecer de la espiga» de German Albornoz Pellecer y «Recintos olvidados» de Marlon Francisco, las próximas publicaciones serán poemarios de Gabriela Gómez y Sonia Marroquín.
ATARDECER DE LA ESPIGA
«Atardecer de la espiga», el poemario de German Albornoz Pellecer que será presentado próximamente (Lea Invitación Final), es un libro de inevitables emociones para su autor, inicia con un epígrafe del cubano Emilio Ballagas «La carne es un laurel que canta y sufre», decisión acertada, creo, pues sustenta bastante la significación material y sentimental del libro.
Podemos hallar variabilidad de temáticas e imágenes pero resaltan las partes donde el poeta apuesta por la intención de secularizar lo sacro, hacerlo más humano, más de nosotros: «Dios reside en ti/ en tus palpitaciones/ en el pasado de los muros» o decirle a la mujer «una palabra tuya bastará para sanarme», reconociendo que la panacea sólo puede ser el amor en su esencia.
También el poeta se presenta desligado de prejuicios y con tenues atisbos de erotismo afirma: «alguien te espera desnudo».
«La ciudad parece un funeral» es el verso que le sirve para describir el desasosiego que produce saberse parte de una civilización; civilización por semántica y etimología. Nada más.
Nostalgia y melancolía podrían ser los factores comunes de «Atardecer de la espiga», de German Albornoz Pellecer, son destacables sus constantes cuestionamientos hacia los diversos dogmatismos que como humanos hemos tenido que soportar, esquivando la razón: «decían que la tierra era plana».
La extrapolación de las pasiones y su simbolismo social, la metamorfosis semántica y espiritual de la palabra: «Te desnudas hablando con Dios/ viajas por el aire», un Dios no necesariamente abstracto, sino quizá demasiado terrenal y concreto, muy de acá, algo que como humanos nos ata irremediablemente a «Ella» o «í‰l», y se hereda generacionalmente a través de la historia o por imposición de un sistema social debilitado que actúa en detrimento de la humanidad: «Recuerda/ te encerraban después de cenar/ repetidamente te hablaban del infierno/ antes de dormir».
En las breves páginas de «Atardecer de la espiga», hay muchos códigos que forman parte integral de nuestra sociedad y sus valores compartidos que por muy añejos y ancestrales siguen tan vigentes en nuestro imaginario individual y colectivo.
La soledad de los recuerdos es para algunos poetas lo que el «pi» para los matemáticos, una constante, German lo poetiza bien: «Ante qué puerta espera sentada tu caricia» o «los cafés siguen abiertos entregándose al calor de las manos», a manera de sinécdoque de algo más complejo o más simple.
Un recurso geopoético muy cercano para nosotros, es el que utiliza German cuando se aprovecha de la capacidad transportativa del poema, para situarnos en el lugar preciso y exacto donde transcurren los hechos y sucede la palabra: «La fuerza del corazón del cerrito del Carmen», «Camino perdido por los pasillos de Centro Cultural Metropolitano» o «Entrar a las aulas del colegio Belga/ explorarles la letra».
En fin, palabras de supervivencia para el autor, lecciones de vida para el lector, German dice «Llevo una iglesia adentro», y quizá sea muy cierto, pues al leer «Atardecer de la espiga», nosotros vamos colmando ese santuario, apropiándonos de los versos, que son de él, de todos y de nadie, coligiendo nuestras hipótesis, concluyendo(nos) para reiniciar(nos) y seguir transitando sobre la dialéctica irrefrenable «Parecía que te ibas a perder/ callada entre los mitos/ que desconocerías el gusto/ del atardecer de la espiga».
RECINTOS OLVIDADOS
Recintos olvidados, es el título del poemario de Marlon Francisco, que también fue fabricado por el taller experimental Alambique y recientemente presentado en Amatitlán.
El libro de Marlon está dividido en dos capítulos, «Cantos a Radhika» y Los poemas de Giorgo».
«Cantos a Radhika» es una serie de poemas elegiacos, en el cual el autor escribe desde la amargura y lamento que supone la muerte del ser amado, con actitud lírica intensa, penetrante, estremecedora y enternecedora, misma que lleva la lectura al límite existencial de lo que somos y sentimos como seres humanos en la ontología de nuestra soledad y vacío, al sabernos caducos: «Hoy mi corazón es una casa vacía/ y ni siquiera yo/ tengo ganas de habitarla», «Guardo trastocada la ilusión/ de que un día estaremos/ a una muerte de distancia», «Comprende al menos Radhika/ que eso no bastó para impedir tu muerte/ ¿Por qué habría entonces de impedir la mía?».
«Los poemas de Giorgo» prosiguen con el mismo brote de reconcomios e inquietudes, pero esta vez, Marlon le habla a Giorgo, acaso una especie de redentor para el poeta, alguien que le brinda paz y motivos: «Pese al frío y al hambre/ Giorgo cree/ en la perpetuidad de mi sonrisa».
Avanzando en «Los poemas de Giorgo», se va descifrando la naturaleza de Giorgo, aunque no con claridad sino difusamente, puede ser un hijo: «No sé por qué/ guarda en sus ojos/ el retrato de mi abuela», un ente apócrifo: «Giorgo atestigua mis desaires/ no me deja entrar en sus tumbas» o un amigo entrañable: «y nos sentamos a conversar/ de los hechos cotidianos/ del paseo vespertino a los cafés», posiblemente ni el autor lo sepa.
Los «poemas de Giorgo» son poemas íntimos, escritos con la ansiedad inherente de no acertar en las respuestas diarias, de no saber qué viene ni cómo enfrentar los períodos inevitables de ser hu-ma-nos: «a Giorgo le roba el sueño/ pensar en mi destino».
COMENTARIO FINAL
Sólo me resta felicitar Marco Valerio Reyes, por esta valiosa iniciativa, pues con ella demuestra su abnegado amor por el arte y nuestro país.
INVITACIí“N FINAL
Alambique invita a la presentación del poemario «Atardecer de la Espiga» de German Albornoz Pellecer el domingo 13 de diciembre de 2009, a las 17:05 horas en Arte Café (4ta ave y 8va calle esquina barrio San Antonio, Amatitlán). Los comentarios estarán a cargo del escritor Juan Pablo Dardón. La entrada es por consumo.