Mi amigo y compatriota Byron Quezada residente en California, ingeniero petrolero, pero con inclinación a las letras, escribió en su blog un comentario referente a que cuando se aproxima la celebración de la feria departamental de San Marcos es pertinente recordarse de uno de los más preclaros valores científicos de Guatemala originario de aquella jurisdicción, pero de quien son pocos los que lo recuerdan, ni siquiera sus paisanos y menos las autoridades municipales.
Alude al doctor Ulises Rojas, ilustre botánico descubridor de la flor que lleva su nombre: la Rojasianthe Superba, que surge de un arbusto que crece en las montañas templadas de Guatemala y México (especialmente en la boca costa de San Marcos), de aproximadamente 18 pies de altura, cuyas flores blancas con sus centros oscuros nacen en la primavera, y comúnmente se le conoce con el nombre de girasol blanco.
Al respecto y afortunadamente, la ferviente animosidad que hace décadas prevalecía entre los habitantes de los municipios colindantes de San Marcos y San Pedro Sacatepéquez ha dado paso a un cordial entendimiento, estimulado básicamente por los originarios de ambas jurisdicciones municipales residentes en la ciudad capital y su área de influencia urbana, lo que ha provocado que realicen actividades culturales, deportivas y de otra índole conjuntamente, que suelen recibir apoyo de Quezada, quien preside la Fraternidad Shecana en el mencionado Estado de los USA.
El caso es que “El Shecanito”, como es conocido Byron, envió el comentario referido al botánico Ulises Rojas, quien nació en San Marcos el 29 de marzo de 1881 y falleció el 16 de junio de 1959, valorado especialmente por la comunidad científica a escala internacional y admirado por sus compatriotas, pero conforme fue transcurriendo el tiempo y como es común de nuestra idiosincrasia, su memoria se fue diluyendo en el olvido, de manera que un parque infantil fundado en su honor quedó en el abandono, e igual suerte corrió el museo Rojasianthe Superba, que del edificio donde se instaló se le trasladó a la base militar y de allí sus restos quedaron prácticamente tirados en una bodega municipal, ante la indiferencia de la “Casa de la Cultura” marquense y el desdén de las autoridades edilicias.
Al comentario de Quezada se ha sumado la iniciativa del politólogo y promotor cultural Miguel Ángel Barrios (“El Gato”), integrante de la junta directiva de la Fraternidad Shecana en la capital, para que al consuno los marquenses y sampedranos que residen en la urbe capitalina emprendan una labor de rescate no sólo de la memoria de don Ulises Rojas sino de los libros, apuntes y otros objetos que pertenecieron al destacado botánico, para restablecer el museo en San Marcos, a sabiendas que a muchos de sus paisanos no les interesa más que el futbol, dejando al margen cualquier expresión del legado cultural, artístico y científico de sus antecesores.
(El campesino Romualdo Tishudo señala que es gratificante que el presidente Otto Pérez Molina otorgara el galardón Ulises Rojas al ingeniero agrónomo José Guillermo Pacheco y al doctor Rodolfo Paiz Andrade por sus valiosos aportes al desarrollo de comunidades del área rural. ¡Enhorabuena al Presidente y a los laureados!).