Al quedar inconscientes en un accidente se corren graves riesgos


marco-tulio

Recientemente escribimos un artículo en esta columna de La Hora sobre un percance de tránsito ocurrido en el kilómetro 103 -y sus proximidades- de la carretera Interamericana, en jurisdicción de Chichicastenango.

El señor Walter Alfredo Huezo, que leyó dicho artículo, nos visitó en nuestra trinchera (léase oficina domiciliar) para exponer un accidente del que fue víctima en la Calzada Roosevelt, zona 7 de esta capital, el 5 de marzo del corriente año.

Marco Tulio Trejo Paiz


La mencionada persona se identifica por medio de su cédula de vecindad serie A-1, número de registro 806136, de la cual es titular, y nos relató el accidente como sigue:

En horas de la noche, en la citada fecha, conducía un taxi cuando repentinamente fue embestido el vehículo por un picop manejado por un individuo que iba a alta velocidad y en estado de ebriedad, como lo hizo constar la Policía Nacional Civil en el parte respectivo que dio. No obstante, al imprudente conductor del picop lo dejaron ir libremente. A lo mejor hubo algún “arreglito”, recalca significativamente el exponente.

A mí, sin embargo, dice el señor Huezo, se me envió de emergencia, inconsciente, a un hospital, en el que permanecí 12 días, pues de ellos estuve en coma cuatro días, ya que sufrí un trauma cráneoencefálico, fracturas en seis costillas y tres en el brazo izquierdo, pero, además, me estalló el hígado, el cual me fue reconstruido. Francamente, estuve a punto de morir. El tiempo de recuperación duró cuatro meses. Hasta la fecha estoy cesante. A pesar de las evidencias a mi favor, por arbitrariedad de un empleado del Ministerio Público y de la PNC se me consideró victimario, no víctima como en efecto soy. Ahora, explica también el señor Huezo con notoria emoción de desconsuelo, para colmo de males la propietaria del taxi pretende que se lo pague (me cobra Q30 mil); poco faltó para que se me encarcelara; me salvé de esa medida mediante la obtención de un préstamo de Q5 mil y, algo más: para mi infortunio, EMETRA, por no recoger a tiempo mi tarjetón como taxista, me exige pagar la multa de mil quetzales, no obstante que el percance se produjo el 5 de marzo y, lógicamente, no estuve en condiciones de recoger esa credencial el 31 del mismo mes. Presenté en EMETRA toda la papelería relativa al accidente sufrido, incluso la que extendieron los profesionales de la medicina que, a Dios gracias, me atendieron, pero se ha asumido una actitud de sordos en dicha Policía de Tránsito, comenta el señor Huezo.

Pensamos nosotros que si el alcalde metropolitano, don Álvaro Arzú, se entera de la situación esbozada, puede disponer que se deje sin efecto la multa impuesta por EMETRA. “Yo se lo agradecería en el alma”, terminó diciéndonos, algo tembloroso de emoción, no sin cifrar esperanzas en la comprensión y en la bondad del jefe del Ayuntamiento.

Realmente, hay casos en los que debe hacerse honor a la justicia, como es el relatado por el modesto trabajador que viene padeciendo las serias consecuencias del percance vial, y todo porque, por haber quedado inconsciente, se pretende deducírsele responsabilidades al margen de la justicia y de la ley, ¡según nuestro “leal saber y entender!”