Al-Qaeda se maneja como una multinacional


inter14_1e

Cuando vio a la caravana de autos con la bandera negra de Al-Qaeda acercándose a alta velocidad, el administrador de un modesto almacén de comestibles pensó que lo iban a robar.

RUKMINI CALLIMACHI TIMBUKTU /Agencia AP

Mohamed Djitteyre cerró con llave el local y se escondió detrás del mostrador. Para su sorpresa, sin embargo, el comandante de Al-Qaeda abrió sin forzar la puerta de vidrio y le pidió educadamente un frasco de mostaza. Pagó y solicitó un recibo.

Entre confundido y asustado, Djitteye le dio un recibo por un gasto del equivalente a 1,60 dólares. El episodio ocurrido en Malí refleja la importancia que le da Al-Qaeda a las cuentas claras.

Más de 100 recibos hallados en un edificio ocupado por elementos de Al-Qaeda del Magreb Islámico en Timbutkú el año pasado reflejan lo puntillosa que es la organización en el manejo de su dinero, al punto de que pide recibos incluso para la compra de un bombillo eléctrico.

Abundan los papelitos en los que se escribe un gasto, con marcador amarillo que hace pensar que fueron revisados: 1,80 dólares por un jabón, 8 por un paquete de fideos, 14 por un super pegamento. Todos los documentos fueron autenticados por expertos.

El sistema de contabilidad encontrado por la Associated Press es un calco de lo que los investigadores han hallado en otras partes del mundo donde opera Al-Qaeda, como Afganistán, Somalia e Irak. Los documentos incluyen registros de talleres de capacitación, planillas salariales, presupuestos para cuestiones filantrópicas, solicitudes de trabajo, relaciones públicas y cartas del equivalente a una sección de personal.

Un análisis de la evidencia revela que, lejos de ser una organización precaria e improvisada, Al-Qaeda trata de manejarse como una corporación multinacional, que fija políticas económicas que deben ser acatadas en distintas áreas.

«Tienen que tener un sistema de contabilidad», afirmó Williamd McCants, de la Brookings Institution y exasesor de la Oficina del Coordinador de Antiterrorismo del Departamento de Estado. «Tienen pocas formas de controlar a sus cuadros, de hacerlos hacer lo que tienen que hacer. Tienen que manejarse como una empresa».

El cuadro que surge de la revisión de una serie de documentos de Al-Qaeda dados a conocer al público es el de una burocracia rígida, con un director general, una junta de directores y departamentos como el de personal y el de relaciones públicas.

Los expertos dicen que cada rama de la organización tiene una estructura corporativa y que ese modelo no solo le ha permitido sobrevivir, sino crecer. Los documentos más reveladores son tal vez los recibos de compras, que ofrecen una visión de lo que es la vida diaria de los cuadros de Al-Qaeda.

«Para las cosas más pequeñas pedían recibos», expresó Djitteye, el administrador de 31 años del Idy Market localizado en la calle principal de Timbuktú. «Incluso para una lata de Nescafé».

La enorme cantidad de recibos de comestibles indica que los militantes siguen una dieta de macarrones con carne y salsa de tomate y consumen grandes cantidades de leche en polvo.

Hay un recibo por 60 centavos de dólar por una porción de torta, otro de tres dólares por una escoba y uno de 3,30 por lavandina. Junto con estos recibos pequeños hay otros por sumas más altas, como uno de 5 mil 400 dólares para un comandante y otro de 330 dólares para comprar 3 mil 300 balas.

El estricto control de gastos es parte del ADN de Al-Qaeda, según varios expertos, incluidos agentes del FBI que investigaron esa organización por años.

Es una costumbre que viene de la época en que un joven Osama bin Laden comenzó a cursar estudios de economía en la Universidad Rey Abdul Aziz de Arabia Saudita, en 1976, para luego dirigir parte de la compañía de construcción de su padre.

Cuando se exilió en Sudán en 1992, bin Laden fundó lo que fue el conglomerado más grande de esa nación. Sus empresas invirtieron en todo, desde la importación de camiones hasta la exportación de ajonjolí, maíz blanco y sandías.

Bin Laden siempre se mostró obsesionado con la imposición de técnicas corporativas entre todos sus empleados, según Lawrence Wright, experto en al-Qaida y autor de una conocida historia de la organización.

El sistema de contabilidad le permite a Al-Qaeda mantener control sobre grandes sumas de dinero asignadas a la alimentación, entrenamiento y reclutamiento de miles de combatientes. Ayuda asimismo a seguirle los pasos a los militantes.

La mayoría de los recibos hallados en el piso de cemento de un edificio de Timbutkú están escritos a mano y son improvisados, ya que se usa cualquier papel a mano. Otros están escritos a máquina y probablemente sean de figuras importantes. La organización le exigía rendición de cuenta a todo el mundo, incluso los grandes jefes. Se encontró una carta en la que un mando medio amonesta a un cuadro por no presentar su cuenta de gastos a tiempo.

La naturaleza corporativa de la organización se refleja asimismo en el tipo de actividades que financiaban. Hay dos recibos, por 4 mil y 6 mil 800 dólares para costear «talleres», otro concepto del mundo de los negocios.

Un folleto hallado en un edificio que ocupó Al-Qaeda confirma que la organización realizaba el equivalente a conferencias para capacitar a sus cuadros. Incluye programas detallados: ejercicios de 5 a 6.30 de la mañana, clases sobre el uso del GPS de 10 a 10.30, prácticas con armas desde las 10.30 hasta el mediodía y por la tarde varios cursos sobre nacionalismo, democracia y cómo predicarle a los musulmanes.

El cuadro que surge de la revisión de una serie de documentos de Al-Qaeda dados a conocer al público es el de una burocracia rígida, con un director general, una junta de directores y departamentos como el de personal y el de relaciones públicas.