Al ministro Cerezo y a diputados (as)


La noticia mereció el titular de primera plana y el contenido de la información incluyó graves señalamientos; pero las repercusiones fueron escasas, como si sólo a unos cuantos les interesara conocer que la Tabacalera Centroamericana S.A. (Tacasa) estarí­a sobornando a diputados para que no se promulgue la ley de Creación de ambientes libres de tabaco.

Eduardo Villatoro
eduardo@villatoro.com

Me refiero al encabezado de La Hora del pasado jueves: «Bloquean iniciativa de ley contra tabaco», cuya información recoge declaraciones de Maggie Fischer, personera de la Organización Panamericana de la Salud, respecto a que la industria del tabaco «financia a diputados para impulsar iniciativas de contrapropuesta a la legislación que se promueve», mientras que uno de los miembros del Consejo Nacional para la Prevención y Control del Tabaco expuso que «la interferencia de la industria del cigarro supone la amenaza más grande para el control del tabaco», según reporta la periodista Ligia Flores.

Ningún legislador se escandalizó por esa insolente intromisión de la Tacasa en la actividad parlamentaria, ni un solo dirigente polí­tico se mosqueó por semejante obstrucción, menos a algún funcionario del Ministerio de Salud Pública se le ocurrió sumarse a las crí­ticas contra la industria tabacalera, posiblemente porque los intereses que están en juego son demasiado poderosos.

Me cuesta admitir que médicos de esa cartera, comenzando con el ministro Celso Cerezo, ignoren que las personas que comienzan a fumar en la adolescencia y siguen consumiendo tabaco regularmente, tienen 50 por ciento de probabilidad de morir por enfermedades asociadas al tabaquismo, como el cáncer y enfermedades cardiovasculares, sin contar con que tienen una reducción de aproximadamente 20 años en su esperanza de vida.

Supongo que esos funcionarios tienen alguna idea de lo que significa para el Estado el tratamiento en centros hospitalarios públicos de fumadores que padecen de alguna de las de alrededor de 40 enfermedades derivadas del consumo de tabaco y que cinco mil fumadores fallecen anualmente en Guatemala, de tal suerte que no menos de 13 personas están muriendo hoy mismo en diferentes regiones del paí­s, mientras usted lee displicentemente este artí­culo.

De acuerdo con investigaciones de la Organización Mundial de la Salud y que los médicos de Salud Pública estarí­an obligados a saber, es que uno de los efectos poco difundidos del hábito de fumar es su relación con problemas crónicos que aumentan rápidamente entre la población, como los infartos al miocardio, la enfermedad vascular cerebral y la enfermedad arterial periférica, debido a que el tabaco contribuye a la lesión en el endotelio vascular, que es la capa de células que revisten los vasos sanguí­neos del cuerpo y donde se inicia la respuesta inflamatoria que da origen a la ateroesclerosis (acumulación de grasas en las paredes de las arterias).

Seguramente los diputados que se oponen a la aprobación de la mencionada iniciativa de ley propuesta por la parlamentaria Zury Rí­os, desconocen que el tipo de problemas citados en el párrafo anterior, se incrementa en la persona que sufre otros padecimientos graves, como es el caso de la diabetes mellitus, la hipertensión arterial y la obesidad.

Más allá de las preocupaciones naturales que el tabaquismo causa sobre la salud de los pulmones, es importante mencionar que el riesgo de sufrir complicaciones se cuadruplica en los diabéticos consumidores de tabaco y los diabéticos fumadores pasivos, en comparación con los que no fuman, puesto que el humo del tabaco también puede ocasionar daños a mediano y largo plazos en los vasos sanguí­neos, provocando afecciones cardiovasculares.

El hábito o vicio de fumar -según la perspectiva de cada quien- causa la inflamación de las paredes de los vasos sanguí­neos, por un mecanismo conocido como estrés oxidativo. Si a este desgaste en el interior del aparato circulatorio se le incluye la elevación de grasas, es fácil entender por qué el tabaquismo es un riesgo añadido de enfermedad cardiovascular y otras causas de muerte.

(Al observar a un legislador con un cigarrillo entre los labios, Romualdo Tishudo me dice en voz baja: -Este diputado apestoso a nicotina se parece al anuncio de los cigarros Malboro; pero al caballo).