Al menos, alguien nos da la razón Uno de los factores más decepcionantes para quienes expresamos nuestras ideas por los medios de comunicación, es que nadie nos haga caso. En muchas oportunidades he quedado satisfecho después de terminar de escribir mi columna, aunque sean pocos los lectores, más de alguno nos dice su sentir y hasta llega a felicitarnos, pero para quienes ha ido dirigido el mensaje ¡ni te vi, ni me acuerdo! ¿Tiempo perdido, decepción o desencanto? Ninguna de las tres cosas debe afligirle a quien esté pensando dedicarse a este ingrato oficio, al contrario, tiene que acostumbrarse a hacer de tripas corazón y seguir adelante con la frente en alto ejerciendo su derecho a emitir libremente sus pensamientos.
fracaceres@lahora.com.gt
¿Cuántas veces hemos dicho que en Guatemala no existe la democracia y que lo que aquí se practica es solo un remedo de la misma? Lo que decimos a través de nuestras columnas, los lectores fácilmente pueden confirmarlo o negarlo y si no, que lo digan aquellos que se han vuelto copistas. Así que no es cosa nueva que el informe sobre el índice de Desarrollo Democrático de América Latina 2011 ubicara a nuestro país en el último lugar, entre 18 países evaluados y por lo visto durante las recientes elecciones, vamos a pasar mucho tiempo sin que ese lugar nadie nos lo quite.
No se necesita analizar a fondo las 40 categorías agrupadas en tres planos de la democracia del citado informe, para darnos plena cuenta que la inseguridad ciudadana limita o coarta derechos y libertades; que a las instituciones del Estado no llegan precisamente los más conspicuos y capaces representantes de la población y que nuestro desarrollo social, en vez de ir mejorando, se ha venido a pique en cuanto a calidad de vida, condiciones sociales y económicas.
Me gustaría analizar con el estimado lector lo que nos deparan los entrantes 4 años de vida democrática, ¿será que llegaremos a tener un Congreso con la cantidad y calidad de representantes únicamente indispensables o será que la sobrepoblación y baja preparación de sus integrantes va a permitir que los hilos entre el Palacio y el edificio de la 9ª avenida sigan siendo cada vez más sólidos e imbatibles?; ¿podríamos llegar a tener a un alcalde que sea realmente representativo de las mayorías?; ¿llegaremos a tener realmente una efectiva alternancia en los cargos públicos de elección popular?; ¿seguirá predominando en los resultados de las elecciones el dinero invertido en propaganda, conciliábulos de todo tipo y violaciones a las leyes vigentes?.
De seguir así le estaremos dando la prueba al mundo de que lo que realmente tenemos en Guatemala es un remedo de democracia y sin ir tan lejos, ya se anuncia que los políticos se están frotando las manos para imponer sus acomodados cambios a la Ley Electoral para seguir en las mismas. ¿Y el pueblo?, ¿seguirá aguantador como siempre?