Hoy publicamos un reportaje sobre el cambio de la demografía religiosa de Guatemala, país que hasta los años setenta del siglo pasado se podía considerar como un eminentemente católico, pero que a partir de esa década, y especialmente luego del terremoto de 1976, sufre una notable transformación por el explosivo crecimiento del protestantismo. Ciertamente hay causas que tienen que ver con descuidos de la Iglesia Católica en el trato con sus fieles, pero también hay una consideración geopolítica que tiene que ver con el asunto.
Ya a principios del siglo pasado Teodoro Roosevelt, el de la política del garrote, decía que era impensable que su país pudiera tener verdadera hegemonía en América Latina porque esa región era católica y eso planteaba diferencia fundamental con Estados Unidos que era un país mayoritariamente protestante. Pero fue con el Informe Rockefeller, producto de la mente y el equipo del millonario Nelson Rockefeller, adversario tenaz de la Iglesia Católica, cuando se diseña lo que puede y debe considerarse como el plan de expansión del protestantismo en Latinoamérica, parte de toda una doctrina para extender el control sobre esta parte del mundo que en esos días era el escenario principal de la Guerra Fría con la confrontación entre comunistas y anticomunistas que encontraba en las condiciones de miseria existentes el caldo de cultivo para la propagación de las guerras revolucionarias de liberación.
Justo en ese contexto se produce el Concilio Vaticano II y las conferencias del Episcopado Latinoamericano de Medellín y Puebla en las que la Teología de la Liberación encuentra enorme sustentación por la prédica de muchos obispos contra la opresión que se vivía en casi todos los países latinoamericanos. Y lo que era visto como un impedimento para acrecentar el poder hegemónico se empezó a ver como una amenaza seria para la seguridad misma y por ello el catolicismo no era ya sólo un obstáculo, sino la punta de lanza del enemigo que ponía en peligro al modelo capitalista.
Los protestantes guatemaltecos que han abrazado esa fe, muchos de ellos abandonando sus raíces en el catolicismo, lo han hecho en busca de satisfacción espiritual que no encontraban en su propia Iglesia. Esas conversiones hay que entenderlas y respetarlas en el marco de la libertad religiosa y cada persona tiene derecho a su fe y a la práctica de su religión.
Pero eso no significa que desconozcamos la historia. Hubo y persiste hasta nuestros días, una decisión geopolítica para expandir el protestantismo y minar al catolicismo que con su justicia social adquiría olores de peligro. Guatemala, ciertamente, ha sido el país donde más exitosa ha sido esa campaña y vale la pena evaluar por qué. Pero el origen político de ese crecimiento también tiene que ser visto y evaluado.
Minutero:
La libertad religiosa
es una ventana preciosa
que a veces con misterio
puede utilizar un imperio