¡Al chilazo! respondieron diputados a Mr. McFarland


    Quizá ahora se discutan las iniciativas de ley que han estado engavetadas en el Congreso durante mucho tiempo, porque ni modo que los padres de la patria se van a hacer los quites ante las amables solicitudes de los embajadores de Estados Unidos y Francia, sobre todo porque podrí­an perder la oportunidad de viajar a Miami, puesto que la experiencia enseña que quienes se oponen a los designios del Tí­o Sam no se les otorga visa para ingresar a territorio norteamericano, o se les revoca, si ya cuentan con ese anhelado permiso.

Eduardo Villatoro

   Creo que de ese elemento fue el que careció el doctor Carlos Castresana, aún titular de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, en lo que respecta que a los legisladores les vale un jocote de marañón que el gobierno del reino (no república, como dijo un ferretero metido a Canciller) de España no les autorice su ingreso a esa nación, siempre y cuando el jefe de la CICIG hubiese tenido influencias en el gobierno de su paí­s de origen para lograr un cometido de esta  naturaleza.

   Por más que solicitó, sugirió y reclamó a los diputados que analizaran, debatieran y aprobaran una serie de anteproyectos de ley encaminados a  rescatar al paí­s del filo de la ingobernabilidad y para garantizar seguridad jurí­dica a los aguantadores habitantes de Guatemala, los parlamentarios, arguyendo su derecho de no aceptar órdenes de nadie, ni siquiera de doña Sandrita, no atendieron las recomendaciones del doctor Castresana.

   Pero el casi siempre despeinado don Stephen McFarland, embajador de la nueva madre patria anglosajona, después de haberse aventado un párrafo con la melancólica embajadora de Francia, madame Michele Ramis, ordenó a un asistente suyo que invitara a su modestia covacha al presidente del Congreso, el parlamentario Roberto Alejos Jr., los jefes de bancadas y uno que otro diputado más que tenga alguna influencia.

   ¡Dicho y hecho! Según fuentes infiltradas en el sótano de la embajada de Estados Unidos, en ese mismo momento el señor Alejos reunió a los convocados por Mr. McFarland, para instruirles acerca de las respuestas que deberí­an formular al embajador de EE.UU., a la representante diplomática de Francia, y también a Ana Garita, quien estarí­a presente, en representación de la CICIG.

   Así­ fue como ¡al chilazo! los diputados acudieron presurosos a la residencia del diplomático norteamericano, con la promesa de aprobar las iniciativas en torno a temas de seguridad y justicia que interesan a los embajadores de Estados Unidos y Francia, quienes esperarán el tiempo prudente para ver si aprietan más las tuercas o buscan otro mecanismo. Veremos, dijo un cojo.

   (Pí‰SAMES. Emprendió su viaje a la eternidad mi querido amigo Délfido Barrera Navas, predicador, periodista, poeta, maestro. Saludo con tristeza y  esperanza a su esposa Blanquita y a sus hijos, especialmente a Byron y Adolfo. También partió hacia el infinito la señora Irma Angélica Landoni de Cáceres. Mi condolencia al columnista Francisco Cáceres Barrios, su amante esposo, y a su hija. En ambos casos no pude asistir a las exequias porque me enteré muy tarde).