Al borde del desastre


Editorial_LH

En Guatemala el análisis de la situación se vuelve en realidad aburrido porque tiene que ser repetitivo. Cada nuevo invierno hay necesidad de advertir que las deficiencias en la infraestructura del país nos colocan al borde del desastre y que no estamos preparados para las inclemencias del tiempo. Uno quisiera que los gobiernos se preocuparan más por la situación e hicieran algo concreto para fortalecer la capacidad para soportar temporales y períodos de intensa lluvia, pero como todos los que llegan a manejar la contratación de la obra pública sólo tienen en mente robar, nada se hace bien y lo poco que se hace es más con la intención de negociar mordidas y sobreprecios que de resolver los problemas.


En el Gobierno anterior el Ministerio de Comunicaciones fue un nido de corrupción y mientras en Guatemala no emprendamos el camino del combate a la impunidad, la corrupción seguirá igual porque quien llegue encontrará ya el camino marcado para hacer exactamente lo mismo a sabiendas de que aquí nadie paga consecuencias por el latrocinio. Tres ministros desfilaron por el despacho y todos respondieron al mismo jefe de facto que les ordenaba con quién sí y con quién no hacer contratos. Ni el Presidente, ni su esposa, ni el jefe de facto para efectos de negocios, tienen ningún problema legal, mucho menos los que fueron ministros y se armaron y salpicaron a los mencionados.
 
 Ahora nuevamente se nos avisa, que es lo único que pueden hacer, que estamos en condiciones precarias frente al inicio de la temporada de lluvias. Se agrega que no hay recursos suficientes para atender las necesidades, pero aunque hubiera dinero, es muy difícil suponer que existen incentivos menos perversos que la corrupción para gastarlos.
 
 La Coordinadora para la Reducción de Desastres solo sirve como apéndice de la Corte de Constitucionalidad en materia de negociaciones para buscar resoluciones a favor o en contra, pero no tiene ni plan ni recursos para cumplir con sus funciones no obstante que en un país como el nuestro, donde confluyen tormentas del Pacífico y del Atlántico, haciéndonos uno de los lugares más vulnerables de todo el mundo, la entidad a cargo del manejo de los desastres y las emergencias tendría que ser una de las prioritarias, de las que más se cuidan y financian porque sabemos que año con año habrá mucho trabajo por hacer.
 Todo lo dicho se viene repitiendo a lo largo de muchos años y, tristemente, parece que ni el año entrante, ni el otro, ni el otro, podremos hacer análisis desde una perspectiva diferente.

Minutero:
Aquí cambia todo tan poco 
que no hay que usar mucho el coco; 
son tan eternos los problemas 
que basta con repetir los temas