La crisis financiera estadounidense recuerda a Japón su propia debacle de los años «90, cuando la explosión de una burbuja especulativa hizo tambalear al sistema bancario y condenó a la segunda economía mundial a una «década perdida» de recesión y deflación.
Agravada por una serie de retrasos, negaciones y malas decisiones, la crisis bancaria japonesa constituye, para las autoridades estadounidenses, un ejemplo perfecto de lo que no hay que hacer, estiman los economistas.
La debacle japonesa tuvo por origen la locura especulativa bursátil e inmobiliaria de los años «80. En 1988, se decía que la superficie del Palacio Imperial de Tokio valía más que la de toda California. A fines de 1989, el índice Nikkei se acercaba a los 39.000 puntos, contra los 12.000 actuales.
La burbuja bursátil y la inmobiliaria estallaron a unos meses de intervalo. Desde 1991, Japón quedó sumido en la recesión y la deflación, un cóctel potencialmente mortal para los bancos.
Alentados por una política monetaria laxista, los bancos habían prestado dinero con los ojos cerrados durante la euforia de los años «80. De pronto se hallaron repletos de créditos irrecuperables -que tenían como garantía activos cuyo valor estaba en caída libre-, y varios debieron declarar la bancarrota.
Su negativa a confesar la amplitud del desastre y la falta de autoridad del gobierno para forzarlos a hacerlo agravó considerablemente los problemas.
«Si hay una lección que aprender de la experiencia japonesa, es que las reacciones débiles empeoran las cuentas», resumió Richard Jerram, economista de Macquarie.
«Ningún país enfrentado a una crisis financiera demoró tanto en tomar medidas como Japón», consideró.
Para enfrentar la crisis, el Banco de Japón (BoJ) recortó las tasas de interés, y las llevó de 6% en 1991 a 2% en 1994.
A partir de 1992, el gobierno intentó reactivar la economía a través del gasto público.
Pero los economistas consideran que la respuesta de las autoridades fue demasiado lenta, demasiado indecisa y que estuvo acompañada de errores políticos groseros que prolongaron la crisis hasta bien entrada la década del 2000.
Las obras públicas sirvieron sobre todo para dotar a Japón de una serie de «puentes que no llevan a ninguna parte» y a inflar la deuda del país. En 1997, el gobierno intentó volver a llenar sus arcas aumentando de 3% a 5% la tasa sobre el consumo, lo cual resultó en una profunda recesión.
Según John Makin, profesor del American Enterprise Institute for Public Policy Research, el otro gran error de Japón fue no suministrar suficiente liquidez a los bancos en dificultades, tras creer que bastaría con una política de tasas de interés muy baja (fueron llevadas a cero en 1998).
El grupo japonés de servicios financieros Nomura Holdings está a punto de comprar los activos del banco Lehman Brothers en Europa, luego de haber adquirido sus activos en Asia, reveló el martes el diario Wall Street Journal.
Nomura entró en negociaciones exclusivas con PricewaterhouseCoopers (PwC), el administrador en Londres, luego de que el británico Barclays desistiera de la transacción. «Se podría firmar un acuerdo a más tardar este martes», afirmó el diario económico estadounidense, citando fuentes cercanas al proceso.
PwC reconoció ayer concentrar sus discusiones «con un solo grupo».
Nomura anunció el lunes la compra de la totalidad de los activos de Lehman Brothers -que se declaró en bancarrota hace una semana- en Asia, por 225 millones de dólares, según la prensa.