Cada vez me convenzo más que seguimos siendo un pueblón y que los chapines cada vez más nos comportamos como pueblerinos. Seguimos igual que antes, como cuando Jorge Ubico hacía sus jiras montado en la Harley Davidson. De ahí que sigue el grito aquel de ¡ahí viene el viejo!, ¡ahí viene el cuco! De esa cuenta, con motivo de la prevista llegada del presidente norteamericano Bush para el 10 de marzo, ya empecé a leer los titulares que advierten la llegada del dueño de la finca, como el servil planteamiento de que es el momento oportuno para extender la mano para ver qué migaja nos avienta y otros, en actitud más agresiva y violenta, sugieren «forzar la agenda», porque ahora es cuando hay que ponerle las peras a cuatro para exigirle más respeto a nuestros coterráneos que viven en su tierra.
No, por favor, no me confundan con los petulantes o arrogantes que dicen que el presidente Bush les hace los mandados. No, eso sí es negativismo. Lo que las cancillerías no han hecho, es una bien elaborada agenda de trabajo que al menos, en cuatro años de gobierno incluya lo relativo a alcanzar metas comerciales, migratorias, de cooperación y todas las que puedan resultar de beneficio mutuo. No como pedigí¼eños, sino con dignidad buscar mantener estrechos lazos de amistad con los Estados Unidos.
El presidente Bush, al igual que todos los presidentes demócratas son mandatarios, de los que aceptan representar al pueblo. El que de una u otra manera fuerza a tomar acciones, incluso en contra de sus vecinos. No seamos tan ingenuos entonces como para creer que solo por el hecho de que su oficina de prensa haya puesto en un boletín que Bush «viene a experimentar nuestra rica diversidad cultural», como tampoco porque nosotros digamos que vamos a ser el país que marca la diferencia en este viaje por Latinoamérica vaya a consentir nuestras demandas o peticiones.
Otra cosa que nadie me ha podido quitar de la cabeza, es que los chapines nos seguimos dejando llevar por las apariencias. Lo hacemos para ir a votar, no digamos para pensar que llevando a Bush a Chimaltenango para visitar sus lindas hortalizas los gringos nos van a comprar toda la cosecha. Tampoco, porque los bochincheros vayan a salir a la calle a protestar por su llegada va a quedar tan impresionado hasta hacerle caso a sus demandas.
Al contrario, sería mejor poner manos a la obra para evitar poco a poco que nuestra gente tenga que ir al extranjero en busca de mejores oportunidades; que tantos millones de quetzales se sigan yendo en gastos superfluos, propaganda, viajes y en la corrupción e impunidad paralela que priva en las compras de bienes y servicios para el Estado. ¿Por qué perder el tiempo en cosas inútiles en vez de generar más producción, fuentes de trabajo y bienestar social?