¡BASTA, la violencia NO puede dominarnos!
Muchos han comentado lo expresado por el Presidente sobre que tenemos que AGUANTAR y luego la sugerencia de otros sectores de la sociedad de reinstalar la PENA DE MUERTE; aquí voy yo también. En artículos anteriores he abordado el tema de la violencia y sus efectos en la juventud y el resultado conductual en la familia, en la escuela y en la sociedad en general. Si un niño o un joven VE constantemente actos violentos, si esos menores de edad VIVEN constantes actos de violencia, llegan a creer que la forma de actuar y de resolver diferencias es la vía VIOLENTA. Entran en un circulo vicioso negativo, autorrenovable y que con el tiempo arraiga acciones negativas y decide su comportamiento como adulto. Violencia más violencia, produce más violencia, no hay vuelta de hoja. Estoy seguro que psicólogos y psiquiatras comparten mi criterio. El llegar «rapidito» a decir que la «pena de muerte» debe ser la consecuencia a los actos de violencia extrema y horrendos, es una reacción humana, emotiva y pensando únicamente en el fin deseado. Sin embargo, es necesario meditar, analizar el hecho y la reacción final y examinar que se ha dado para que volvamos a la realidad de las cosas. Para poder llegar a una «consecuencia» final, hay que asegurar la eficiencia en lo siguiente: 1. Manejo del sitio del crimen. Si no hay eficiencia, exactitud y profesionalismo en el manejo de ese escenario, y de cómo recolectar evidencias, se dará un proceso ya viciado en su inicio. 2. Si las personas encargadas de la escena del crimen no saben levantar y redactar un PARTE, (argumento repetido por años), no habrá progreso en el trámite. 3. Si no hay cuidado y seguridad en la cadena de custodia de la evidencia, no habrá progreso en el trámite. 4. El manejo de la evidencia en el laboratorio de criminología (si existe y con el equipo necesario), tiene que ser examinada técnica e imparcialmente. 5. Las autoridades tienen que reunir todo el proceso hasta ahora desarrollado, para asociar, interrelacionar, determinar un perfil del crimen, establecer un motivo e intencionalidad relacionados al mismo. 6. A este punto, entregarlo al Ministerio Público para que ellos, basados en la evidencia de los hechos, puedan continuar la investigación de quién o quiénes (léase red), son los responsables del hecho criminal. 7. Suponiendo que se llega al arresto de alguien o de algunos, hay que tener mucho cuidado en cómo proceder para entregar la documentación a los juzgados correspondientes o a la CSJ, con la seguridad de que todo lo actuado, está apegado a la ley y se ha hecho de manera correcta, se ha presentado un trabajo «bien hecho» desde todo punto de vista. Para poder realizar los puntos anteriores, es urgente contar con más personal capacitado en cada instancia. Eso depende de la preparación profesional en las academias y en la práctica que hagan al lado de expertos en cada etapa de la rendición del parte y de la investigación en campo. En la CSJ, los magistrados tienen que actuar con entereza manteniendo el bien común como lo primordial, basarse en las leyes vigentes y términos de tiempo estipulados en las mismas. Este proceso puede retardarse por esos «loopholes» en las leyes. Es necesario que quienes conforman el Congreso revisen y pasen leyes para el siglo XXI y para castigar los crímenes actuales. Si bien va ahora, meses o años después veremos la condena, la CONSECUENCIA. Si se restituyera la ejecución de la pena de muerte, nos llevaría años ejecutarla y mientras continuamos sin saber qué pasará con aquellos que están en el limbo actualmente. En Estados Unidos, con un mejor sistema democrático y jurídico, hay reos sentenciados y pendientes de ser ejecutados hasta que se rehagan las investigaciones para asegurarse de que no hay errores en el proceso y resolver los amparos interpuestos a favor de esos reos. En este escenario, sí es aguantable. La mayoría de reos condenados a muerte han cometido crímenes horribles, no valoran su propia vida mucho menos la de los demás; saben que si los agarran cometiendo el delito los van a matar y no les importa, es para ellos hecho aceptado, no tienen conciencia ni de la vida ni de la muerte. Para ellos, la pena de muerte es una liberación, se convierten en víctimas por una causa y en ejemplo para otros desalmados. Tenemos que buscar otra forma de castigo; el ser humano es social, quiere estar con otros. Si no, piense en los reclamos de quienes han sido cambiados de prisión. Una posible mejor consecuencia a su conducta criminal puede ser una condena por vida, sin probabilidades de disminuir su pena ni por buena conducta, en una celda bajo confinamiento solitario. La muerte los libera de una culpa que no sienten. Finalmente, para detener la violencia hemos de actuar en conjunto, NO debemos AGUANTAR, la fuerza de todos puede dominar la situación. ACTUEMOS.