Agricultura sin arados reduce los contaminantes


Las tierras de cultivo que no se aran entre cosechas liberan cantidades significativamente menores de un gas contaminante en comparación con los campos labrados en forma convencional, según un nuevo estudio que dice que la agricultura sin arados podrí­a combatir el calentamiento global.


Los autores dijeron que los resultados también podrí­an ayudar a los agricultores a usar de manera más eficiente los costosos fertilizantes a base de nitrógeno, ya que no arar al parecer frena su desintegración en la tierra.

El estudio de tres años de la Universidad de Purdue observó la cantidad de óxido nitroso que liberan los campos sin arar en comparación con las tierras aradas. En los primeros, los agricultores dejan los restos de la cosecha en el suelo y mueven la tierra lo menos posible, aunque sí­ plantan semillas e inyectan fertilizantes.

Los campos sin arar liberaron 57% menos de óxido nitroso que los labrados con arados de cincel, que mezclan las plantas con la tierra después de la cosecha, dijo el agrónomo de Purdue Tony Vyn, director del estudio.

También producí­an 40% menos de gas que las tierras trabajadas con arados de vertederas, que tienen placas de metal que dan vuelta la tierra.

Esas cifras son promedios, dijo Vyn. Los investigadores estudiaron algunos campos en los que se cultivaban alternativamente maí­z y soya y otros donde se plantaba maí­z todos los años. Las emisiones en los de cultivos rotativos fueron menores que en los otros, dijo.

Vyn dijo que se sorprendió por la gran cantidad de óxido nitroso que su equipo detectó en el aire de los campos arados, en comparación con los que hace tiempo eran trabajados sin labranza, una técnica que busca combatir la erosión.

El óxido nitroso en la atmósfera atrapa 310 veces más calor que el dióxido de carbono, el gas al que se atribuye en mayor medida el efecto invernadero, dijo Vyn.

La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA por sus siglas en inglés) ha establecido que el óxido nitroso puede permanecer 120 años en la atmósfera, lo que aumenta su impacto en el calentamiento global.

«Porque dura tanto tiempo, necesitamos hacer todo lo que podamos en las prácticas agrí­colas para reducir su liberación», dijo Vyn. «Una vez que se libera, se queda en el aire un largo tiempo, más largo que la vida de cualquier persona».

El estudio se publicó en la edición de enero-febrero de la revista cientí­fica de la Sociedad de Ciencias del Suelo de Estados Unidos.