Agresor de Fort Hood sufría depresión


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El soldado estadounidense que ayer mató a tres personas e hirió a otras 16 en la base militar de Fort Hood, Texas, antes de quitarse la vida, era un veterano de Irak que sin embargo no había estado involucrado en combates directos y que aunque sufría depresión no estaba considerado violento.

Washington, Agencia dpa

Así lo adelantó hoy el secretario del Ejército, John McHugh, durante una audiencia en el Senado en Washington sobre el presupuesto militar, en el que la matanza de la víspera en la base militar ocupó buena parte de la atención.

   McHugh subrayó que debido a que la investigación aún continúa, la situación es «muy fluida», pero aseguró que según las primeras constataciones médicas el presunto agresor, identificado como el soldado Iván López, de 34 años y de origen puertorriqueño, estaba bajo «tratamiento médico mental» por una serie de síntomas relacionados con «depresión, ansiedad y falta de sueño», para los cuales se le prescribieron algunos medicamentos.

   Sin embargo, McHugh subrayó que el mes pasado López se había sometido a un «examen psiquiátrico completo» en el que no se detectó, al menos por lo que se sabe hasta ahora, puntualizó, señal alguna de tendencia a la violencia, ni tampoco suicida.

   «El plan era seguir monitoreándolo y tratarlo como se considerara adecuado», agregó McHugh.

   El presunto agresor se alistó en el Ejército en 2008 e ingresó como soldado de infantería, aunque posteriormente fue transferido a una unidad donde ejercía como conductor de camiones militares.

   Fue en esta capacidad en la que en 2001 estuvo desplegado cuatro meses en Irak, recordó hoy McHugh, quien sin embargo puntualizó que no existe registro alguno acerca de que durante su estancia en el país árabe sufriera algún tipo de daño permanente.

   «No hay registro de heridas ni de participación directa en combate, no tenía ninguna medalla de corazón púrpura (concedida a quienes son heridos o muertos en combate) ni indicio alguno de que sufriera una lesión cerebral traumática» agregó.

   Con todo, el jefe del Estado Mayor del Ejército, general Ray Odierno, subrayó en la misma audiencia en Washington el hecho de que López era un soldado «experimentado» que antes de entrar en el servicio activo pasó nueve años en la Guardia Nacional de Puerto Rico.

   Pese a los nuevos detalles, el por qué de esta nueva matanza es la principal pregunta que se seguía haciendo hoy un Estados Unidos que aún no olvida que Fort Hood fue el escenario, hace menos de cinco años de otra de las peores matanzas de la historia reciente del país.

En noviembre de 2009, el psiquiatra militar estadounidense Nidal Hasan comenzó a disparar contra los efectivos que se encontraban en la base, que se preparaban para viajar a Irak y Afganistán, al grito de «Alá es grande», abatiendo a 13 de sus compañeros.

Hasan fue reducido por la policía y a causa de sus heridas quedó paralizado de la cintura para abajo. El pasado agosto, un tribunal militar lo declaró culpable de 13 cargos de asesinato premeditado y 32 intentos de asesinato, por lo que fue condenado a muerte. De ser finalmente aplicada su sentencia, sería la primera ejecución de un soldado en activo desde 1961.

   Según Odierno, gracias precisamente a los mecanismos de respuesta establecidos tras esa matanza se logró que el nuevo incidente no fuera «mucho peor».

   «Creo que algunos de los procedimientos que implementamos tras el incidente de hace cuatro años y medio nos ayudaron (…) los procedimientos de alarma estaban en funcionamiento, la respuesta y el entrenamiento creo que contribuyeron a que esto no fuera mucho, mucho peor», señaló.

   La cadena NBC reportó entretanto que la esposa de López, con quien residía junto a una hija pequeña en las afueras de la base militar, se enteró por los medios de que su marido era el autor de la matanza. La mujer, también de origen puertorriqueño, fue interrogada durante toda la noche pasada por la policía.

   Según las informaciones oficiales, el estado de los 16 heridos continúa por el momento sin grandes cambios: tres de ellos siguen estando en estado crítico mientras que el resto permanecen estables dentro de los diversos grados de gravedad en los que se encuentran.

   El hospital donde están siendo tratados nueve de los 16 heridos, entre ellos los tres más graves, reveló hoy que varios de los pacientes más leves se encuentran «bien de ánimo» y podrían recibir el alta este mismo jueves, aunque no precisó su número.

   Los que están en estado aún crítico, cuya identidad no ha sido revelada, sufren uno heridas graves en el cuello, otro una potencial lesión espinal y un tercero una herida abdominal. Al menos dos de los lesionados graves volverán a ser sometidos a una nueva operación entre hoy y mañana, explicó el jefe de traumatología, Matthew Davis, en rueda de prensa en el hospital Scott and White Memorial de Texas.