Agotar los recursos


Editorial_LH

La sociedad española está viviendo momentos de angustia con los últimos resultados de la investigación que arranca en octubre del año pasado cuando dos niños desaparecieron en forma misteriosa en una localidad de Córdoba. Las primeras investigaciones realizadas permitieron al padre de los menores reiterar su declaración de que los pequeños se le perdieron cuando paseaba con ellos por un parque y que sin duda alguien se los llevó.


Hacemos la relación de este caso porque la madre de los dos pequeños ha librado una intensa batalla legal para impedir que las investigaciones se estanquen. La más dolorosa verdad salió de un estudio realizado por expertos forenses que descartaron la versión inicial de que restos óseos encontrados en los rescoldos de una hoguera eran de roedores y ahora la sociedad se conmueve ante las nuevas versiones.
 
 Y en Guatemala los familiares de los dos niños Barreda Siekavizza han librado una intensa batalla legal para averiguar el paradero de los pequeños, pero nuestras autoridades no han tenido la diligencia para resolver el intrincado caso, no obstante que es obvio que alguien está sosteniendo al padre de los niños y manteniendo comunicación con él para ayudarlo a permanecer prófugo y con los dos pequeños.
 
 El tiempo todo lo borra, se dice frecuentemente, y eso es lo que parecen buscar los que protegen a Roberto Barreda de León para que con el transcurso de los meses la presión de opinión pública se vaya diluyendo y ellos puedan así lograr su cometido de propiciarle al prófugo una vida lejos del país y de la responsabilidad penal que tendría que encarar por la desaparición de su esposa. Los guatemaltecos tenemos que ser solidarios con esa familia que cada día libra una batalla más difícil por la falta de respaldo de autoridades dispuestas a agotar los últimos recursos. Es inaudito que en una sociedad donde a cualquiera le escuchan sus conversaciones telefónicas, no se pueda establecer la forma en que los parientes de Barreda y sus amigos se comunican con él para ayudarlo y que se deje pasar el tiempo como para que nos terminemos resignando a dar por cerrado ese tremendo y dramático caso.
 
 En este caso hablamos de un daño moral posiblemente irreparable que se les causa a dos menores que se encuentran alejados de su ambiente natural y seguramente viviendo bajo identidades falsas que les inventó su padre con la complicidad de sus parientes y amigos. Se sabe que les sacaron pasaportes falsos, pero no se cita ni se sindica a nadie por el delito realizado para encubrir al delincuente. La tierra no se traga a un padre y sus dos hijos, por lo que con empeño y determinación se puede y debe investigar su paradero. En otras palabras, urge agotar todos los recursos.

Minutero
Con tanto valor trastocado
ser honesto es anticuado;
lo que cuenta es lucrar
si de éxito hay que hablar