Afirman haber matado a mil islamistas, entre ellos cinco lí­deres


Pakistán afirmó hoy haber matado a más de mil rebeldes islamistas, entre ellos a varios comandantes, en una vasta ofensiva, un dí­a después de que su presidente, Asif Alí­ Zardari, vituperara a Estados Unidos por tiroteos en la frontera afgano-paquistaní­.


Cinco comandantes de Al Qaeda y de los talibanes figuran entre los más de mil insurgentes muertos en una vasta operación lanzada a principios de agosto en la región de Bajaur que duró un mes, informó Tariq Jan, responsable del ejército.

Bajaur es actualmente la más conflictiva de las siete zonas tribales de Pakistán, que escapan al control de Islamabad a la largo de una frontera muy permeable con Afganistán.

En otra muestra de la creciente inestabilidad que se apodera de Pakistán desde el atentado contra el Hotel Marriott de Islamabad el pasado fin de semana, tres kamikazes se hicieron estallar hoy para escapar a la policí­a que realizaba una redada en el lugar donde se ocultaban, en la localidad de Karachi (sur).

El ejército paquistaní­ llevó en helicóptero a un grupo de periodistas a Jar, principal localidad de Bajaur, para asistir a una rueda de prensa sobre la operación militar lanzada en agosto contra los insurgentes islamistas que se han hecho con el control de la mayor parte de la región.

«El balance total supera los mil muertos entre los militantes» islamistas, afirmó Jan, agregando que 27 soldados murieron asimismo en las operaciones.

Según Jan, cuatro de los comandantes rebeldes serí­a extranjeros: un egipcio, Abu Saeed Al-Masri; un saudita, Abu Suleiman; un uzbeko, Mullah Mansoor; y un afgano identificado como Manaras.

El quinto es un comandante rebelde paquistaní­, identificado únicamente como Abdulá, hijo del lí­der fundamentalista Maulvi Faquir Mohamed, que mantiene estrechos lazos con el número dos de Al Qaida, Ayman Al Zawahiri.

La ofensiva militar Bajaur, que desde principios de agosto ha forzado a más de 260 mil civiles a huir de sus hogares, fue lanzada en respuesta a la presión internacional sobre el nuevo gobierno civil de Pakistán -que el mes pasado forzó la dimisión del entonces presidente Pervez Musharraf- para que impidiese a los insurgentes basados en Pakistán lanzar ataques en Afganistán.

Sin embargo, la tensión no deja de crecer entre Pakistán y Estados Unidos desde que las fuerzas estadounidenses basadas en Afganistán lanzaron el 3 de septiembre un ataque terrestre en territorio paquistaní­, el primero de este tipo desde el inicio de la «guerra contra el terrorismo» en 2001, que dejó 15 muertos.

A raí­z de un tiroteo registrado ayer entre tropas estadounidenses y paquistaní­es en la frontera, el nuevo presidente paquistaní­ advirtió ante la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York que Pakistán no tolerará violaciones de su soberaní­a.

«De la misma manera en que no dejaremos que los terroristas usen el territorio paquistaní­ para atacar a nuestro pueblo o a nuestros vecinos, no podemos permitir que nuestro territorio y nuestra soberaní­a sean violados por nuestros amigos», advirtió Zardari desde la tribuna de la Asamblea.

Las zonas tribales paquistaní­es, fronterizas con Afganistán, se han convertido, según Estados Unidos y numerosos expertos de la región, en el «nuevo frente de la guerra contra el terrorismo», donde los talibanes afganos y los combatientes de Al Qaida han reconstituido sus fuerzas gracias al apoyo de los talibanes paquistaní­es.