AFILEMOS NUESTRA HACHA


César Guzmán
cesarguzman@yahoo.com

Era un hombre fuerte y rudo, famoso en la región por su gran habilidad para derribar árboles.

El aserradero del pueblo tení­a un compromiso de entregar 30 troncos diarios y mandaron llamar a nuestro hombre, quien seguramente podrí­a cumplir con este encargo.

El primer dí­a de trabajo logró derribar los 30 árboles requeridos y los jefes estuvieron muy satisfechos, pero al siguiente dí­a cortó 29, al tercero 28, luego 27 y cada dí­a menos.

Al preguntarle por qué habí­a bajado su rendimiento él respondió: He estado trabajando cada dí­a con más esfuerzo, vengo más temprano y me voy más tarde, casi no descanso, no entiendo por qué cada dí­a corto menos árboles.

Fueron a observarlo mientras trabajaba y descubrieron cuál era la causa. Desde el primer dí­a que llegó al aserradero nunca habí­a afilado su hacha.

De la misma manera, si nosotros no nos preocupamos por mejorar cada dí­a y por renovar nuestro espí­ritu, por mucho esfuerzo que hagamos no lograremos cumplir nuestra tarea en la vida.

La vida es un constante estudio.

Considerarse sabio equivale a morir.