Afganistán en el centro de atención


Afganos se reúnen en el lugar en donde se encontró una motocicleta con una bomba. AFP PHOTO/STR

El fin oficial de la misión de combate del ejército norteamericano en Irak hará que queden en el centro de atención los inmensos desafí­os a los que se ve confrontado Estados Unidos en su otra guerra, la de Afganistán.


El martes pasado, el año 2010 se convirtió, con 323 muertos en sólo ocho meses, en el más mortí­fero para los soldados estadounidenses en Afganistán desde la invasión del paí­s a fines de 2001.

El presidente estadounidense Barack Obama repitió el martes que la retirada de las tropas norteamericanas de Afganistán comenzará en el verano de 2011.

Sin embargo, dejó claro que el ritmo de partida dependerá de la situación en el terreno.

Su prudencia coincide con la del comandante estadounidense de las fuerzas internacionales en Afganistán, el general David Petraeus, que explicó a la AFP en Kabul que la retirada será progresiva y comenzará por las zonas consideradas seguras.

Desde su llegada a la Casa Blanca en enero de 2009, Obama ha enviado unos 30.000 refuerzos, elevando la presencia militar de su paí­s a alrededor de 100.000 efectivos, es decir dos tercios del total de 150.000 soldados extranjeros desplegados en Afganistán.

Los estrategas militares estadounidenses están intentando aplicar en Afganistán las mismas fórmulas aplicadas en Irak a partir de 2007, que resultaron eficaces para reducir la violencia.

Aquel año, la estrategia de las tropas estadounidenses, entonces bajo el mando del general Petraeus, pasó a pivotar sobre dos principios: el enví­o de refuerzos, y la formación de milicias tribales sunitas, compuestas de ex insurgentes que se cambiaron de lado y tomaron las armas junto a los norteamericanos para combatir a Al Qaida.

Ahora, Estados Unidos intenta favorecer la creación de milicias locales en Afganistán. Pero Afganistán no es Irak, y el sistema tribal no tiene la misma cohesión. Muchos observadores llaman a la prudencia, recordando el error del gobierno afgano pro soviético de finales de los años 1980, que creó milicias tribales que acabaron volviéndose contra él, abriendo las puertas de una guerra civil.

De paso por Kabul a mitad de agosto, el senador demócrata John Kerry lamentó que las fuerzas internacionales hayan esperado a diciembre de 2009 para tener una estrategia en Afganistán.

Después de nueve años de guerra, y miles de millones de dólares de gastos civiles y militares, el balance occidental está lejos de ser glorioso: desde hace más de tres años, la insurrección de los talibanes se ha intensificado y extendido a la práctica totalidad del paí­s, y los rebeldes cada vez matan a más soldados extranjeros.

«Nadie puede poner en duda que los talibanes están extendiendo su presencia», admitió el propio general Petraeus en Kabul.

El balance tampoco es muy brillante a nivel civil. El débil gobierno del presidente Hamid Karzai, elevado al poder en 2001 por Estados Unidos y reelecto el año pasado en unas elecciones manchadas por el fraude, no deja de ser acusado de corrupto.

2010 Año letal


En ocho meses han muerto 323 soldados estadounidenses en Afganistán, haciendo del año 2010 el más letal en los nueve del conflicto y, signo adicional de que la insurrección talibán se intensifica, cuando el presidente Obama reitera su promesa de iniciar la retirada a mediados de 2011.

Siete militares estadounidenses murieron sólo en la jornada del martes, y 23 en cinco dí­as.

De los 80 soldados extranjeros muertos en agosto, el tercer mes más letal para las fuerzas internacionales en nueve años de guerra, 56 eran de Estados Unidos.

Ya en el mes de junio, murieron 102 soldados extranjeros, de los cuales 60 estadounidenses, y 88 en julio, de los cuales 65 estadounidenses, según un balance de la AFP sobre la base de la página internet independiente icasualties.org.

Ya con 490 soldados extranjeros muertos en ocho meses, de los cuales 323 estadounidenses, 2010 se anuncia como el año más mortí­fero después de un año 2009 que ya habí­a sido un récord en cuanto al número de bajas fatales (521 muertos) desde comienzos del conflicto a fines de 2001.

En 2009, el número de soldados estadounidenses muertos fue de 317.

Más de los dos tercios de los casi 140.000 soldados de las fuerzas internacionales en Afganistán – la mayorí­a bajo mando de la OTAN – vienen de Estados Unidos.

Los refuerzos desplegados esencialmente por Washington desde hace varios meses harán que dicho contingente llegue a los 150.000 efectivos en las próximas semanas.

El martes en Kabul, el general estadounidense David Petraeus, comandante de las tropas norteamericanas y de la OTAN en Afganistán, reconoció que los talibanes ganaban terreno.

Sin embargo, ve en el número alarmante de bajas entre las tropas extranjeras una consencuencia del esfuerzo militar acrecentado de parte de Estados Unidos.

«Pienso que nadie puede cuestionar el hecho que los talibanes extienden su presencia», declaró el general Petraeus. «El número de sus ataques ha aumentado y es la manifestación del hecho que al mismo tiempo hemos aumentado nuestros recursos de manera consecuente y que les ocupamos santuarios que habí­an podido establecer en los últimos años», estimó.

«Y cuando los santuarios del enemigo son amenazados, éste replica. En varias ocasiones he dicho que este año serí­a más difí­cil» para las fuerzas internacionales, «antes de hacerse más fácil», concluyó el general.

Esta hecatombe de soldados estadounidenses se produce en momentos en que, bajo la presión de una opinión pública que en su mayorí­a es reticente a que sigan partiendo sus muchachos a lo que considera un atolladero, el presidente Obama reafirmó el martes que la retirada de las tropas comenzará a mediados de 2011.

Asimismo, confrontado a tensiones en el seno de su propia administración y con el ejército, Obama hizo notar que el ritmo de retirada de los soldados dependerá de la situación en el terreno, durante un discurso solemne para poner fin a la misión de combate de los estadounidenses en Irak.

«En agosto próximo, iniciaremos un periodo de transmisión de responsabilidades a manos de los afganos», recordó Obama, que en diciembre de 2009 habí­a anunciado un refuerzo de 30.000 hombres en Afganistán, y luego un comienzo de retirada en un plazo de 18 meses.

«Como en Irak, nuestras fuerzas permanecerán en el terreno durante un periodo limitado para permitir a los afganos construir sus capacidades (militares) y asegurar su futuro», reiteró Obama.