Linda se ve una pequeña parte de nuestra ciudad capital con sus adornos navideños a lo largo de la Avenida La Reforma y en otras vías de comunicación. Me encanta verla iluminada como aquellas grandes urbes del mundo en pleno progreso y desarrollo. Me alegra comprobar que haya entidades privadas y públicas que pongan ese toque festivo en conmemoración del nacimiento del Niño Jesús.
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Pero también me duele comprobar que ese derroche contraste a pocos metros a su alrededor al no existir siquiera la mínima iluminación que evite tantos accidentes, como la ocurrencia de diversos delitos.
No me opongo ni discuto el adorno ni el chorro de luces, al contrario, felicito a quienes toman la iniciativa. Lo que me resulta inaceptable es la ausencia de prioridades, pues mientras en el Paseo de la Sexta Avenida de la zona 1 se gastan a diario miles de quetzales de energía eléctrica ahora tan costosa, en sus cuadras colindantes, fuera al norte, sur, oriente y occidente, siga tanta gente cayendo de bruces o de espalda por tantos hoyos y obstáculos que siguen habiendo en sus aceras hechas pedazos. El contraste es muy fuerte, tan lo es, que hay mucha gente que lleva años de “no ir al centroâ€, por el miedo que despierta su delincuencia, su tránsito cada vez más dificultoso y el triste estado de sus vías de comunicación, vaya a pie o dentro de un vehículo automotor. El contraste hasta resulta insultante.
Si bien es cierto que nuestro país lleva años de ser calificado como el de las contradicciones, sigue resultando un total contrasentido que mientras se trapean las calles de la Sexta, a un metro, a la vuelta, a paso de perico, exista tanta pestilencia derivada de basura amontonada, excrementos y orines de origen animal y humano que obliga a los transeúntes bajarse de las aceras, exponiéndose a que en cualquier momento se lo pase llevando de corbata un estresado conductor de una de tantas motocicletas que circulan como alma que se las lleva el diablo o por una de esas chatarras rodantes y contaminantes ambientales que llevamos años de seguir padeciendo bajo el nombre de transporte colectivo. Es hora pues que nuestra municipalidad atienda como se debe las necesidades utilizando la elemental lógica y el debido orden de prioridades.
Algo urgente es que la Policía Municipal de Tránsito, al menos durante las festividades de fin de año, no solo trabaje de día, para lo cual debe organizarse debidamente para cumplir con su deber de prevenir accidentes durante las noches, porque a nadie escapa que es cuando más se ingieren bebidas embriagantes y a la vez, se incumplen las normas claramente establecidas en el obsoleto reglamento de tránsito. Debemos estar claros que esa labor no es de los bomberos, pues con solo atender eficazmente las emergencias tienen más que suficiente. ¿Hasta cuándo se dejará de hacer solo maquillaje?