¿Adopción o compraventa?



Los defensores del negocio de la venta de niños, disfrazada de adopciones, se rasgan ahora las vestiduras porque dicen que con la nueva legislación que se propone no habrá más adopciones y que miles de niños perderán la oportunidad de ir a Estados Unidos u otros lugares desarrollados a tener un futuro mejor que el que tienen los niños que se quedan en Guatemala. Creemos importante puntualizar que no se trata de obstaculizar la verdadera adopción, sino evitar el tráfico de niños que ha llegado a ser un negocio tan lucrativo que estamos literalmente produciendo niños para enviarlos al extranjero.

¿Cuál es el origen de esos niños que son producto de una transacción en la que los traficantes pagan a las madres para que se embaracen de manera que puedan proveerlos de materia prima? Ni siquiera desde el punto de vista del negocio se puede hablar de un control de calidad del producto, puesto que nada importan los hábitos o los vicios de las mujeres que venden a hijos que no significan para ellas más que la oportunidad de agenciarse de unos cuantos miles de quetzales que les permitan sufragar un año de su muy modesta forma de vida, para luego volver a embarazarse con cualquiera que se ponga enfrente, porque lo que interesa es mantener la producción anual para satisfacer la necesidad de los mercaderes.

Eso, honestamente hablando, no puede considerarse adopción porque se están produciendo niños especí­ficamente para ser vendidos en el mercado internacional. La diferencia básica está en el origen de los niños que son entregados en adopción, puesto que no se trata más que de producirlos para la venta, sea mediante dinero a madres en estado económico precario que de esa manera se aseguran un ingreso modesto o, peor aún aunque no extraordinario, el robo de niños a sus padres biológicos.

Somos de la opinión que la adopción no debe limitarse ni debe obstaculizarse, pero debe terminar el negocio de la venta de niños. Si el Estado tiene que intervenir en el caso es porque hay tantas anomalí­as producto de la forma en que se maneja el sistema, con el criterio de lucro como razón principal, lo que hace que se incurra en excesos que obligan a establecer mecanismos de control.

Siempre hemos dicho que lamentablemente la odiosa intervención estatal se produce cuando los particulares en su iniciativa para hacer negocio se pasan llevando derechos ajenos. Los padres adoptivos nunca son informados de la forma en que se producen sus hijos y muchos de ellos no quisieran niños por encargo como los que les son entregados. Exaltar y proteger la adopción es un imperativo, pero para ello tiene que ponerse fin al tráfico de niños que es cosa muy, pero muy distinta.