Adiós, “Piky” Díaz


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En 1958 ingresé a la Facultad de Derecho. Era Decano el doctor Molina Orantes; pero, como era el Canciller, se desempeñaba como tal el licenciado Romeo Augusto de León. De inmediato nos relacionamos con los estudiantes intelectuales de la Facultad y entre ellos sobresalía Roberto Díaz Castillo, quien años antes había sido Presidente de la Asociación de Estudiantes Universitarios, la AEU, a la caída del Coronel Árbenz.

René Arturo Villegas Lara


La Asociación de Estudiantes El Derecho, fundada por Galich, Méndez Montenegro y todos los estudiantes que aparecen en “Del Pánico al Ataque”, era, en ese tiempo, la segunda organización estudiantil que tenía presencia en la vida política nacional. Y como obligación hereditaria de esa generación de 1944, el grupo al que pertenecía Piky prosiguió la lucha y lo formaban Tono Fernández Izaguirre, hombre honesto y leal, Antonio Móvil, recio intelectual y amigo servicial, Ariel Deleón, Carlitos Caal, Ricardo Rosales Román, convincente orador, quien fue mi compañero de aula durante un par de años. Piky se distinguía no sólo por su vocación por el arte y la literatura, sino por su elegancia en el vestir. No tenía la risa espontánea de Tono Móvil, pero, en su seriedad, era una persona muy humana… demasiado humana con los que acudíamos a él para recibir alguna orientación en nuestra vida estudiantil. Precisamente hace unos días encontré un ensayo que escribió sobre el origen del recurso de exhibición personal en Guatemala, que espero reproducirlo muy pronto en la Revista de la Facultad. Recuerdo que en los corredores de la Facultad apareció un día un periódico mural ensamblado en un sugestivo mueble de metal, que según decían lo había diseñado Américo Giracca, amigo de Piky. Se llamaba el periódico: “Nosotros Opinamos”. Y allí se opinaba sobre los problemas políticos del país con una orientación octubrista. Cuando Tono Fernández, Tono Móvil, Ariel y Piky, decidieron dejar el periódico mural, nos trasladaron la responsabilidad de seguirlo fijando, la que asumimos con Arturo Fajardo Maldonado, que había sido alumno en el curso de Filosofía que impartía Pepe Luís Balcárcel, en el Colegio Cívico Militar. Pepe Luís era otro estudiante del grupo de Piky, que siempre andaba vestido de negro. Después vino otra época brillante de Piky, con la fundación del periódico “Lanzas y Letras”, que de alguna manera patrocinaba la Asociación El Derecho. Lanzas para señalar a quienes erosionan el destino de la Patria y letras para enaltecer el arte y la literatura. Y luego, ya en la Universidad de San Carlos, cuando la rectoría de Rafa Cuevas, funda Alero, quizá sólo comparable con la Revista de Guatemala, que fundó Luís Cardoza. Y Piky andaba en todo lo que llevara timbre de historia, arte y literatura: El museo de la farmacia y la labor cultural que desarrolló al frente de la Casa Santo Tomás, en Antigua Guatemala, como Director, es una huella que da prestigio a su nombre y a la Universidad carolina que lo distinguió como profesor emérito. Y bueno, nos deja tejidas todas sus memorias: sus recuerdos de Cobán, sus exilios, las gentes famosas que conoció, los vinos, la procesión de La Merced, las imperdonables heridas que le causó  la represión y cuantas cosas más… En la cumbre de la carretera que va de Zacapa a Chiquimula, a la orilla de un barranco, se levantó un sencillo monumento adornado de frondosos árboles y dicen que allí fue donde tiraron los restos del licenciado José León Castillo, combatiente frontal de la dictadura de Ubico. No sé si es cierto que ese monumento se hizo en homenaje y recuerdo del tío de Piky, el licenciado José León Castillo. Lo cierto es que su vena de probado patriota, le venía por estirpe.  ¡Adiós a mi apreciado amigo, “El Piky Díaz”.