Adiós al optimismo


Desde el año pasado, cuando se veí­a venir la crisis económica que ahora ya se manifiesta con intensidad, dijimos que las autoridades se tení­an que preparar para tiempos difí­ciles. Eran los dí­as de la transición entre el gobierno de Berger y el de Colom, pero las autoridades preferí­an insistir en que las cosas marchaban bien, que la economí­a nacional era superpoderosa e inmune a la crisis mundial y eso fue reiterado muchas veces por las autoridades monetarias que siempre dijeron que no habí­a mayor motivo de preocupación.


Estos dí­as las declaraciones ya no son tan confiadas y empieza a notarse algún nerviosismo porque al fin entendieron que nuestros socios comerciales entraron en recesión y que eso significa, ni más ni menos, que nuestro comercio exterior va a sufrir las consecuencias de la reducción de la demanda. Pero lo más importante, y lo que hemos estado diciendo desde hace un año, es que nuestra economí­a se vuelve mucho más vulnerable porque al final dependemos más de las remesas que del mismo comercio internacional.

En efecto, lo que mantiene al paí­s es el trabajo de nuestros compatriotas que viven y se esfuerzan en Estados Unidos y a los que aquí­ vemos simplemente como si fueran proveedores del principal recurso del paí­s. Somos absolutamente faltos de solidaridad con lo que pasa el migrante que viaja a Estados Unidos en busca de las oportunidades que su patria les niega y no somos capaces ni de ofrecerles siquiera la asesorí­a necesaria para que puedan desenvolverse en mejor forma.

Ese punto, el de las remesas, es el que más difí­cil nos pondrá la situación si llegara a producirse un freno en el crecimiento de los enví­os, porque bastarí­a que no crezcan las remesas para lanzar al paí­s técnicamente a una recesión, en el sentido de que acumularí­amos perí­odos sin el crecimiento económico suficiente para evitarlo.

Creemos que en estos tiempos de crisis es cuando nuestros consulados tienen que multiplicar su trabajo para ser efectivos apoyos de nuestros compatriotas diseminados por Estados Unidos y aconsejarles adecuadamente de cómo proteger sus muy limitados derechos y cómo utilizar mejor las facilidades que están a su alcance, incluyendo lo relacionado con las formas para enviar sus remesas y evitar así­ a grupos de aprovechados que desde la informalidad sacan ventaja de las necesidades de nuestra gente.

Ahora ya se admite que el año entrante será un año difí­cil por la reducción del crédito, pero también hay que entender que será un año complicado por los menores ingresos de divisas y por el cierre de empresas y aumento del desempleo. El gobierno tiene que enmarcar sus polí­ticas en un escenario de crisis y ahora es cuando urge entenderlo.