La campaña para las primarias en Estados Unidos, en las que se elegirán a los candidatos de los partidos para elecciones presidenciales de 2008, arrancó de lleno esta semana, aunque con cambios respecto a lo que era tradicional en estas circunstancias.
La pelea entre los estados por adelantar la fecha de las primarias se ha transformado en una auténtica competencia que altera el tradicional cronograma electoral y abre una caja de Pandora.
«Nos dirigimos de hecho hacia una primaria a escala nacional sin haber tomado realmente la decisión», opina Linda Fowler, profesora de ciencias políticas en la Universidad de Dartmouth, en New Hampshire.
Los partidos Demócrata y Republicano organizan elecciones primarias para designar a los delegados de cada estado que formarán parte de las convenciones nacionales encargadas de nombrar al candidato a la presidencia.
El estado de Florida (sureste), que tradicionalmente era el último en elegir a esos delegados en marzo del año electoral, decidió anticipar sus primarias para el 29 de enero de 2008, esperando así pesar más en la elección de quienes competirán por acceder a la Casa Blanca.
Desafiados, los responsables de Carolina del Norte (sureste) también quieren ahora adelantar la fecha de sus primarias para seguir siendo el primer estado del sur y amenazan con convocarlas, si fuera necesario, para noviembre de este año.
California (oeste), el estado más poblado del país, adelantó cuatro meses la fecha de sus primarias. Previstas inicialmente para junio de 2008, ahora tendrán lugar el 5 de febrero, una fecha también elegida por Nueva York.
Otros veinte estados también podrían elegir el 5 de febrero para organizar sus primarias y transformar así la jornada en un «mega-super martes», cuyo vencedor sería el casi seguro candidato presidencial de su partido.
«Son prácticamente primarias nacionales», estima asimismo el profesor Charles Jones de la Universidad de Wisconsin. «Es algo que jamás se ha visto».
El proceso de las primarias estuvo hasta ahora dominado por los estados de New Hampshire (noreste) y Iowa (centro), rurales, eminentemente de población blanca y poco habitados. Los comicios en esos estados, tradicionalmente organizados en enero, daban un primer indicio serio de las preferencias de los electores. Las primarias más tardías se desarrollaban en junio.
El cambio de ritmo de las primarias, con la única certeza de la fecha de la elección presidencial el 4 de noviembre de 2008, «aumentará la influencia de los que controlan el financiamiento de las campañas y el poder de los medios para hacer o deshacer favoritos», explica Linda Fowler.
La obligación de hacer campaña en los cuatro rincones del país al mismo tiempo favorecería a los candidatos que hayan amasado un sólido «botín de guerra».
Entre los demócratas, Barack Obama y Hillary Clinton parecen los únicos que están en condiciones de reunir esos costosos recursos para pagar las campañas. Y entre los republicanos, Rudolph Giuliani y John McCain podrían beneficiarse del cambio de calendario.
«Los más conocidos y aquellos que tienen más dinero son los que dominarán las primarias. Los electores no tendrán ninguna oportunidad de ver a otros candidatos», asegura Bruce Buchanan, profesor de ciencias políticas en la universidad de Texas.
«Hay dos escenarios posibles», estima por su lado Fowler: que emerja un candidato a mediados de febrero, o que sea necesaria la convención nacional a fines del verano (boreal) para desempatar a los pretendientes, «lo cual no ocurre desde hace cerca de 40 años».