Es del dominio público que lo mismo de siempre, adelantan el calendario de la Navidad los segmentos interesados en impulsar y obtener buenos dividendos con las ventas. Con demasiada antelación el bombardeo publicitario gana espacios a través de los medios de comunicación social.
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Que la diligencia es permitida, muy cierto, resulta indiscutible. Hay derecho, basamento en su favor, también estamos de acuerdo. Por otro lado, bien sabido resulta el hecho que quien no hace propaganda no vende. En la actualidad campea a todo volumen la competitividad, a niveles quizá del asombro.
Sin desestimar inclusive cómo el ritmo acelerado de la vida contemporánea hace adelantar el reloj del tiempo, cuestión relativa y dependiendo de la óptima asumida. Las medidas de rigor, según el sistema métrico decimal, aun en vigencia, no sufren hasta la fecha ninguna modificación en tal sentido.
Están a la cabeza, a propósito de los medios citados, los radiales y televisivos, en verdad de enorme penetración, a título de masiva. Eso y restantes cuestiones vinculantes, gozan de preferencia y asiduidad ostensible, conforme indicadores devenidos de las famosas y cuestionables encuestas.
Quienes planifican mediante creatividad indispensable las acciones para aquel cometido, conocen la psicología social, a no dudar. De lo contrario los resultados serían no satisfactorios. Sobre todo la relativa a la infantil, consumidores en potencia, objeto de afanosos empeños por la oferta navideña.
Dicho segmento poblacional representa un caudal considerable, digno de atraerlo a como dé lugar. En esa etapa de la existencia, a decir verdad, la Navidad constituye un mundo de fantasía y auténtica felicidad. Factor de primera línea, susceptible de ponderar con miras a la satisfacción infantil.
Tampoco puede soslayarse el hecho patente en extremo que los momentos actuales, inscritos en una crisis económica fuerte, dictan pautas a realizar. Inclusive el sentido común demuestra que ante circunstancias de aquella índole arranca una carrera no de relevos, si no consistente en ver quién llega primero.
Los elementos propicios enfilados a la consecución de rigor, consistentes en conseguir convenientes índices de ventas, están a la vista, excepto disponibles en el bolsillo. De consiguiente las estrategias diversas salen a relucir, en abierta y febril tenacidad, tras la obtención esperada.
La Navidad tiene magia, motiva ilusiones en medio de dulce nostalgia a veces, en el cuadro multicolor de tradiciones acendradas y sustento de costumbrismo chapín. Genera, pese a una crisis marcada, una tendencia a comprar en la medida de las posibilidades individuales envueltas en el jolgorio.
Sin embargo, conviene hacer hincapié en ello, el consumismo enlaza a medio mundo, a punto de extralimitarse para satisfacer el intercambio de regalos. Además, vienen los convivios que penetraron en el ámbito social. Y las celebraciones de mérito generalmente van acompañadas de un consumo industrial de licor.
Tampoco dejamos en blanco las Posadas, Nacimientos y abundante quema de juegos pirotécnicos, que en suma afecta el presupuesto familiar. Exige un cuidado indispensable a fin de evitar percances en los niños generadores por la quema de cohetillos y similares. Deseamos que transcurra en paz y tranquilidad.