«Respeto… la mejor expresión de amor al prójimo».
Campaña de REDNADS contra la homofobia.
«Entonces -afirma Michel Foucault-, la sexualidad es cuidadosamente encerrada. Se muda. La familia conyugal la confisca. Y la absorbe por entero en la seriedad de la función reproductora. En torno al sexo, silencio. Dicta la ley de la pareja legítima y procreadora. (?) Tanto en el espacio social como en el corazón de cada hogar existe un único lugar de sexualidad reconocida, utilitaria y fecunda: la alcoba de los padres».
ricardomarroquin@gmail.com
Precisamente, la concepción del sexo como acto permitido únicamente para la función procreadora es uno de los argumentos que más es utilizado para señalar y condenar la homosexualidad como una anormalidad, como una enfermedad mental con posibilidades de curarse o como un pecado. Bajo esta contraposición de la heterosexualidad como «normal» sinónimo de «bueno» contra la homosexualidad considerada como «anormal» y por lo tanto «mala», se ha fortalecido en nuestra sociedad una actitud de rechazo, violencia, discriminación y exclusión contra los hombres y mujeres que ejercen su derecho a establecer relaciones sentimentales y sexuales con personas de su mismo sexo. Esto es la homofobia.
Y claro, los temas que les resultan incómodos a los conservadores es mejor guardarlos debajo de la cama. Lo lamentable, es que son los más cavernarios en cuestión de sexualidad los que se encuentran ejerciendo el poder. «Dios dijo Adán y Eva, no Adán y Esteban», afirmó el mandatario ílvaro Colom -cuando aún era candidato presidencial-, en una reunión con varios líderes evangélicos, ignorando por demás, el carácter laico del Estado. Quién sabe si acorralado e interesado por los votos de los cristianos, el ahora Presidente emitió estas declaraciones, sin duda discriminatorias contra una parte de la población guatemalteca.
Así, el Estado de Guatemala, al igual que lo hace con otros derechos, también ha negado la posibilidad de la diversidad sexual, poniendo en riesgo el desarrollo integral, el respeto y la dignidad de miles de hombres y mujeres. ¿Cuántas personas por el puro temor de ser objeto de burlas y agresiones ha decidido ocultar su sexualidad para llevar la vida «normal» que la sociedad dicta e impone?
El Estado da el ejemplo a la sociedad. Acostumbrados como estamos a ver la realidad desde un punto de vista, pensamos que la cuestión de la sexualidad sólo tiene una forma de ser, y todo lo que se salga del esquema de un hombre y mujer unidos «en santo matrimonio» para la procreación, es señalado, condenado o invisibilizado. «Yo no tengo nada en contra de ellos», aseguró una amiga en una conversación sobre la homosexualidad, «pero nunca apoyaría a que se casaran o que pensaran en tener hijos».
Muy diferente el caso de España. «Se trata de un pequeño cambio del texto legal» -aseguró el presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, en un discurso de apoyo al matrimonio entre personas del mismo sexo-, «un pequeño cambio en la letra, que acarrea un cambio inmenso en la vida de miles de compatriotas. No estamos legislando para gentes remotas y extrañas, estamos ampliando las posibilidades de felicidad para nuestros vecinos, para nuestros compañeros de trabajo, para nuestros amigos, para nuestros familiares y a la vez, estamos construyendo un país más decente (…) que no humilla a sus miembros».
Las consecuencias de la homofobia van más allá del puro bienestar afectivo, personal y sexual. Al negar la existencia de esta diversidad el Estado no implementa políticas públicas enfocadas a eliminar esta práctica de discriminación: «hueco», por ejemplo, es un insulto muy recurrente en nuestra sociedad, y nunca falta el personaje ridiculizado del «marica» que se convierte en el payaso de obras de teatro y telenovelas.
Por eso, es de reconocer el esfuerzo que hacen las organizaciones aglutinadas en la Red Nacional de Diversidad Sexual y VIH de Guatemala (REDNADS) por evidenciar que no sólo existen personas heterosexuales, sino que la sexualidad «es independiente, diversa y digna».