Acusan a Putin


Walter Litvinenko, padre del ex espí­a ruso muerto ayer.

El ex espí­a Alexander Litvinenko acusó al presidente de Rusia, Vladimir Putin, de ser el responsable de su muerte, en una carta leí­da hoy a la prensa por su portavoz Alex Goldfarb, luego de su deceso ayer a causa de un aparente envenenamiento estilo soviético.


«Usted puede obligar a callar a un hombre (…), pero eso tendrá consecuencias, señor Putin, sobre el resto de su vida», afirma Litvinenko en esta misiva, agregando que el presidente ruso «es indigno» de su puesto.

En esta carta, dictada el 21 de noviembre, afirma que «usted ha demostrado ser indigno de la confianza de mujeres y hombres civilizados».

«Quizás Dios le perdone lo que usted ha hecho no sólo a mí­, sino a mi amada Rusia y a su pueblo», agrega Litvinenko en dicha misiva, leí­da por Alex Goldfarb en la entrada del University College Hospital, donde estaba internado.

«Usted ha mostrado ser tan bárbaro y despiadado como decí­an sus crí­ticos más hostiles», sostiene en ese texto.

Rusia ha negado reiteradamente estar involucrada en la muerte de Litvinenko, pero sus amigos acusaron a las autoridades moscovitas debido a las crí­ticas del ex agente secreto hacia el Kremlin.

Alexander Litvinenko, de 43 años, falleció el jueves luego de luchar durante tres semanas por su vida.

«Estos canallas acabaron conmigo. Pero no lo lograrán con todos», dijo Litvinenko a su amigo Andrei Nekrasov antes de morir, refiriéndose al Kremlin, según el diario The Times.

Walter Litvinenko, el padre del ex espí­a, dijo mediante un traductor: «Este régimen es un peligro mortal para el mundo.»

Este comunicado fue escrito, impreso y luego firmado en presencia de su esposa Marina, mientras el estado de Litvinenko se deterioraba rápidamente.

El motivo exacto de su muerte sigue siendo un misterio debido a los pocos detalles que suministró la policí­a y a las informaciones contradictorias de los médicos.

El jueves, los médicos descartaron el diagnóstico inicial de un envenenamiento con talio y dijeron que la radiactividad era «improbable».

El diario británico The Guardian mencionó varias posibilidades en la investigación policial, incluyendo un autoenvenenamiento e incluso que la enfermedad del ex teniente coronel del Servicio de Seguridad Federal ruso (ex KGB) podí­a ser el resultado de causas naturales.

También detalló la «cuidadosa campaña de relaciones públicas» lanzada después de que la salud de Litvinenko comenzó a deteriorarse, la semana pasada, destacando que la misma agencia es utilizada por su amigo, el multimillonario disidente Boris Berezovsky.

Oleg Gordievsky, un ex coronel del KGB que desertó de la Rusia soviética, radicándose en Gran Bretaña a mediados de los años ’80, también cumplió con su serie de entrevistas, afirmando que «no tení­a dudas» de que los servicios de inteligencia rusos y Putin estaban tras la muerte de su amigo.

«El sólo tení­a un enemigo: era el director del KGB, el KGB mismo y Putin. El continuó escribiendo artí­culos contra Putin y contra el KGB, sobre todo el jefe del KGB. Por eso decidieron matarlo», declaró Gordievsky a la BBC el jueves.

En su libro «Blowing up Russia: terror from within» (Haciendo estallar al Kremlin: el terrorismo en el interior», Litvinenko sostiene que los servicios de inteligencia planearon los atentados con bomba en apartamentos en 1999 que desencadenaron la segunda guerra en Chechenia, propulsando al entonces casi desconocido Vladimir Putin al poder.

El ex espí­a estaba también investigando la muerte de la periodista rusa Anna Politkovskaya, una decidida adversaria de la polí­tica de su paí­s en Chechenia, que fue asesinada a balazos frente a su edificio de apartamentos en Moscú el pasado 7 de octubre.

«Esto es lo que cuesta probar que uno ha estado diciendo la verdad», habrí­a dicho Litvinenko a Nekrasov el martes, afirmó The Times este viernes.

En cambio, el experto en seguridad Glenmor Trenear-Harvey rechazó las alegaciones de que se trataba de un asesinato con motivos polí­ticos, declarando a la radio BBC que la amenaza para las relaciones entre Rusia y Gran Bretaña «hubiera sido demasiado grande».