Los legisladores estadounidenses llegaron a un acuerdo hoy tras una última negociación sobre la versión final de la más vasta reforma de regulación del sistema financiero desde los años 30, que busca impedir que se repita la catástrofe financiera de 2007-2009.
Tras una maratón de veinte horas, 43 legisladores de las dos cámaras del Congreso reunidas en conferencia se pusieron de acuerdo en un texto de compromiso en las primeras horas del viernes.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se congratuló del avance afirmando que la reforma hará que Wall Strett sea más responsable. «Hemos observado lo que sucede cuando Wall Street está mal regulada y no es suficientemente transparente», afirmó.
El proyecto de ley será aprobado el martes en el Senado y la Cámara de Representantes, antes de ser enviado a la Casa Blanca para su promulgación.
El principal desacuerdo se refería a una disposición tendiente a controlar más severamente al inmenso mercado de los productos derivados intercambiados de común acuerdo, cuyo valor nominal se estima en cerca de 6 billones de dólares.
Esos complejos instrumentos especulativos han estado en el centro de la última crisis financiera que se inició en 2007 en Estados Unidos.
La reforma de los derivados fue atenuada: los derivados más riesgosos serán comercializados separadamente y en las entidades que no reciban dinero público, pero los bancos podrán continuar utilizando los derivados vinculados a los mercados de cambio, de oro y de plata.
Por lo demás, los legisladores llegaron a un acuerdo en un medida bautizada «la regla de Volcker», por el nombre del asesor económico del presidente Obama, Paul Volcker, cuya idea es apartar a los bancos comerciales de la «tentación» de asumir riesgos y se concentren en sus actividades crediticias.
Pero también en este punto los legisladores autorizaron excepciones, edulcorando la versión original del texto. Así, los bancos comerciales podrán seguir comercializando algunos productos de inversión.
Los republicanos de la conferencia no aprobaron el texto. Según ellos, la aprobación unilateral de esas reglas pondrá a las instituciones estadounidenses en dificultades. «Esto podría conducir al desastre si sólo nosotros seguimos este camino», dijo el republicano Spencer Bachus.
La oposición también criticó el costo de la reforma, estimado en 22.000 millones de dólares, y financiado en parte por un fondo de 19.000 millones descontado a los grandes bancos.
El proyecto legal prevé asimismo la creación de un organismo de protección del consumidor financiero en el seno de la Reserva Federal (Fed, banco central de Estados Unidos). También impide el rescate de grandes instituciones financieras con el dinero de los contribuyentes.
Por su parte, los banqueros de la Asociación Estadounidense de Bancos (ABA) no comparten el acuerdo del Congreso y denuncian «las nuevas restricciones» que suspuestamente conspiran contra su actividad.
Los legisladores iniciaron el 10 de junio las negociaciones entre ambas cámaras y tenían previsto llegar a un acuerdo sobre el proyecto antes del sábado 26 de junio y la inauguración de la cumbre del G20 en Toronto, Canadá, uno de cuyos grandes temas será la regulación financiera.
El presidente Obama pudo así volar a Canadá para la cumbre con la perspectiva de una importante victoria legislativa la semana próxima.