El primer ministro belga, Guy Verhofstadt, logró anoche un acuerdo para formar un gobierno interino con cinco partidos y permitir un primer desbloqueo tras medio año de parálisis política en el país.
«El primer ministro ha desbloqueado la situación», indicó el portavoz de Verhofstadt, Kurt Debeuf, a la prensa.
Después de las últimas negociaciones, Verhofstadt convenció al partido centrista valón CDH de participar en el nuevo gabinete. La incertidumbre sobre esta formación bloqueaba un desenlace.
El CDH se sumará a los cristiano-demócratas (CDV) y liberales (Open VLD) flamencos, y a los liberales (MR) y socialistas valones, precisó la agencia Belga.
Dicho Gobierno de transición, dirigido por el propio Guy Verhofstadt, debería ponerse a trabajar en cuestión de días para responder a los problemas «acuciantes» del país, como la pérdida de poder adquisitivo, que motivó una manifestación de 20 mil personas el sábado pasado.
La formación de un Gobierno definitivo sigue supeditada a un acuerdo más amplio -imposible hasta hoy- entre valones y flamencos sobre una reforma de las instituciones belgas para conferir mayor autonomía a las regiones, exigida por los partidos flamencos y temida por los valones como un principio del fin de Bélgica.
Esa negociación institucional debería empezar dentro de unas semanas.
Si el equipo interino no prefigura forzosamente la composición del Gobierno definitivo, sí tiene la ventaja de representar una mayoría de dos tercios en la cámara de los diputados, mínimo requerido para la adopción de una reforma constitucional que a la larga parece ahora inevitable.
Verhofstadt, jefe de dos gobiernos desde 1999, anunció que su nuevo equipo se quedará como máximo hasta el 23 de marzo, fecha en la que pasará el testigo a Yves Leterme, jefe de los demócratas-cristianos flamencos.
Leterme, partidario de una amplia autonomía de su comunidad, fue el gran vencedor de los flamencos en las legislativas del pasado 10 de junio.
Por el lado flamenco, la composición del gobierno interino se conocía desde el fin de semana. En cambio, los partidos valones se hicieron de rogar.
El jefe del Movimiento Reformista valón (MR), Didier Reynders, exigía tener un único socio francófono en el gobierno, el Partido Socialista o los centristas del CDH, pero no los dos a la vez, por miedo a perder peso y una orientación demasiado izquierdista del gobierno.
Por su parte, PS y CDH vinculaban sus destinos y optaban por mantenerse juntos, en el gobierno o en la oposición.
La puesta en marcha de un equipo transitorio representa el gran regreso de Guy Verhofstadt tras seis meses de eclipse consecutivo a las elecciones. También permite que Bélgica salga de un semivacío de poder y 191 días de parálisis.
Desde las legislativas del 10 de junio, otra coalición, de liberales y cristiano-demócratas, tanto flamencos como valones, intentada por Yves Leterme no prosperó.
El rey Alberto II confió el 3 de diciembre a Guy Verhofstadt, que supo calmar las tensiones entre ambas comunidades durante 8 años, la misión de reactivar las negociaciones.
En dos semanas, el primer ministro ha ganado la apuesta. Y de paso se toma la revancha ante Yves Leterme, que le ganó en las urnas.