«Nuestros países y comunidades no están en venta. Queremos comercio entre naciones, pero un comercio solidario y justo. Queremos una integración verdadera, que en base a la cooperación y la solidaridad se proponga cambiar los modelos que hasta ahora sólo han servido para destruir la naturaleza y la vida en colectividad. Queremos que la unión de los pueblos sirva verdaderamente para construir un mundo mejor y no para beneficiar a unos pocos».-Declaración movimientos sociales, ante Acuerdo de Asociación.
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La voz de alerta ya suena. Y no es para menos, un acuerdo que se suponía contemplaba cooperación para el desarrollo y apertura comercial recíproca encaminada hacia un comercio justo y solidario, está a punto de ser impuesto en los próximos días bajo presiones políticas que en nada benefician a la región.
El Acuerdo de Asociación entre los países de Centroamérica y la Unión Europea, buscaba alcanzar el desarrollo de la región centroamericana en el marco de la apertura de mercados, por lo que, además del pilar comercial, se incluyeron en la negociación los pilares de diálogo político y cooperación.
No obstante, en los últimos meses estos dos puntos han quedado fuera y la plática se centra en concretar las condiciones que favorecen las inversiones y bienes europeos que ingresen a la región, todo bajo la consigna «menor cantidad de impuestos y restricciones».
¿Un clon CAFTA? Claro, por ahí va la cosa, todo apunta a negociaciones típicas en evidentes desventajas para los de siempre y en claros beneficios para Europa. En reiteradas ocasiones sectores de la sociedad civil de la región han manifestado su preocupación con evidencia que sustenta los impactos negativos del acuerdo en la integración regional centroamericana, en género, ambiente y pueblos indígenas, por citar algunos.
Es de resaltar que sobre el tema de integración, llama poderosamente la atención el hecho de la reincorporación incondicional de Honduras al proceso, no tomando en consideración lo que implicó el reciente golpe militar vivido en ese país y las secuelas en los países vecinos.
Aparte de la desgravación de todo el universo arancelario, las organizaciones sociales también señalan que la inclusión de temas como compras estatales, inversión, políticas de competencia, apertura de servicios y profundización en la protección de la propiedad intelectual, únicamente buscan conseguir protección para los intereses de las inversiones europeas, beneficiando ampliamente a sus multinacionales, e incluso, advierten sobre la promoción de la privatización de la salud, la educación, los servicios públicos, la agricultura, el conocimiento, la cultura y las tradiciones de las comunidades indígenas.
La cooperación entre regiones debe enmarcarse en principios que respeten y promuevan el beneficio colectivo, donde prevalezcan los intereses humanos y donde se respeten las formas y visiones propias e históricas de desarrollo, cooperación y solidaridad, no las comerciales.
Urge, antes de aprobar el Acuerdo de Asociación, dar a conocer toda la información sobre los contenidos, además de las propuestas y contrapropuestas que las organizaciones sociales han dado, pese a lo difícil que ha sido el seguimiento de todo el proceso, y al carácter no vinculante que se le ha dado a sus señalamientos y sugerencias.
Y antes de «desentrampar» las negociaciones del acuerdo, en búsqueda de su urgente aprobación, según lo declarado recientemente por el presidente ílvaro Colom, en su próximo viaje a Costa Rica, los contenidos deberían trabajarse y profundizarse con seriedad.