Ayer el presidente electo, Otto Pérez Molina, viajó a México para reunirse con el mandatario de ese vecino país a fin de formalizar acuerdos para enfrentar de manera conjunta los temas de seguridad que afectan a las dos naciones. Es de esperar que ahora sí funcionen esos acuerdos, porque los mismos fueron también “formalizados†por el gobierno de Colom con muy pobres resultados, porque los narcotraficantes mexicanos se siguen desplazando a Guatemala, al punto de que la captura de varios de los capos locales se produce cuando son desplazados por la presencia de los carteles mexicanos que les han ido arrebatando territorio y negocio.
Es importante que ahora esos acuerdos sí funcionen y para ello hace falta que en Guatemala exista disposición y capacidad para procesar informes de inteligencia que puedan recibirse del vecino país. Por mucha información que provean, si tal fuera el caso, nuestra deficiencia en el manejo de la inteligencia para combatir el crimen hace inútil cualquier cooperación porque no hay entes con la preparación suficiente para utilizar en forma adecuada los informes que puedan llegar.
El concepto de que la violencia se combate con inteligencia no era absurdo sino que en realidad tenía un fundamento sólido, pero el problema es que en este gobierno no hubo inteligencia para hacer inteligencia, frase que puede parecer de Perogrullo pero que encierra una absoluta verdad en el sentido dual de la misma palabra.
El narcotráfico es un problema que supera las fronteras de nuestros países y se convierte en seria amenaza para la seguridad regional, incluyendo a los mismos Estados Unidos. Cuando uno ve la infraestructura del túnel detectado hace pocos días para cruzar la frontera entre México y ese país se da cuenta que por el mismo puede pasar cualquier cosa además de drogas, incluyendo armas de destrucción masiva como las que el gobierno de Bush dijo que había en Irak. En consecuencia tiene que haber una estrategia regional para enfrentar el problema y Guatemala tiene que ejercer liderazgo en la conformación de ese frente, pero para ello debe definir políticas internas que sirvan efectivamente para aprovechar el esfuerzo común.
Desafortunadamente esfuerzos que valen la pena, como el de un acuerdo de cooperación con México, se queman cuando no se traducen en resultados concretos como ha pasado en los últimos años. Ignoramos si México ha colaborado seriamente en el esfuerzo, pero el caso es que seguimos viendo cómo se incrementa la presencia de grupos y carteles del narcotráfico mexicano en nuestro país, aprovechando la debilidad institucional de un Estado que no es capaz de manifestar su autoridad en todo el territorio. Hay razones, pues, para ser incrédulos, pero ojalá que ahora el encuentro haya servido para algo más que una fotografía oficial.
Minutero:
Nos agobia la cantidad
de violencia en el país
pero hay que ver la raíz
que está en la impunidad