«Acuérdate de abril»


Para la mayorí­a de personas abril es un mes con mucha significación, y creo saber por qué. Supongo que nuestra monótona vida se reaviva con el impulso que nos dan los nuevos ciclos. Aun hay muchas personas que se alegran con la llegada del viernes, lo que significa un descanso de fin de semana para volver, con pilas cargadas, el lunes. A fin de año nos encanta hacer recuentos de lo ocurrido en el transcurso de esos doce meses y, en enero, nos proponemos cambiar, mejorar; y no sé qué influjo nos conduce a ello, porque enero no tiene magia para que nosotros cambiemos.

Mario Cordero
mcordero@lahora.com.gt

Sin embargo, es así­; enero se vive con fuerzas nuevas de cambio; en febrero aún persisten esas fuerzas y la publicidad del Dí­a del Cariño hace que se renueven por el «amor». En marzo, nos enfrascamos en el descanso de Semana Santa, y lejos de salir bien librados, nos encontramos más cansados y con deudas; después viene abril…

Abril, en todo el planeta, es también sinónimo de cambio de estación. En el hemisferio Norte se inicia la primavera, y en el Sur, empieza a decaer el verano. En Guatemala principia la época de calor, la cual ha sido identificada falsamente como el verano, gracias a los erróneos anuncios de bebidas alcohólicas.

Abril presenta un cambio climático que nos mueve al cambio, pero la decadencia de nuestras metas de enero empieza a decaer. Abril es un mes triste, de decepción. No por nada, varios cantautores contemporáneos han dedicado hermosas canciones al mes, como «Acuérdate de abril» de Amaury Pérez, «Milagro de abril» de Alberto Plaza o «Â¿Quién me ha robado el mes de abril?» de Joaquí­n Sabina.

Este año, en Guatemala, también abril tiene contemplado el fin del Plan de Cien Dí­as de Colom, el cual no pareciera un programa de gobierno, sino, más bien, una solicitud de tregua para que la población y los medios de comunicación no los agarren a «matacoche» y se goce de una cada vez más larga luna de miel.

El problema con el Plan de los Cien Dí­as, aunque el gobierno haya dicho que ha cumplido más del 60% de las metas, es que más que alcanzar logros se debe procurar que la población los perciba. Los anuncios actuales del gobierno van en busca de convencer que la electricidad ha bajado, que hay menos violencia, que la salud es gratis y que hay mejores opciones de educación; pero la gente no lo ha percibido.

Y no creo que sea culpa del Gobierno, ya que la administración anterior, durante la transición, quisieron engañarlo diciéndole que el monstruo del conflicto social en el paí­s se reducí­a a un pequeño perrito faldero, que retozaba, pero que no causaba problemas.

Pero cuando Colom tomó las riendas de ese perrito se dio cuenta de que era, más bien, un fuerte y feroz doberman que lo ha arrastrado por donde ha querido: los combustibles han subido; la energí­a eléctrica está a punto del colapso y los distribuidores han hecho solapados cortes del servicio; los usuarios de los infernales buses deben sortear extorsiones, muerte y accidentes; este doberman sí­ que jala duro.

El presidente Colom ha desaprovechado este tiempo, pues es el ideal para hacer cambios profundos, de presentar que las cosas se pueden hacer de otra forma, más ingeniosa. Los inicios de ciclos nos sirven, como dije, para empezar con fuerza y con los deseos de cambios; el mandatario, pues, debe tener cuidado en abril porque se le terminará el perí­odo en que la gente espera.

Si no, podrí­a emular esa canción de Sabina: «El hombre del traje gris saca un sucio calendario del bolsillo y grita: ¿Quién me ha robado el mes de abril?». Mayo será decadente y sin esperanzas para los guatemaltecos.

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