Cuando actuamos irracionalmente y con rencor afectamos la tranquilidad de todos los que nos rodean.

íšnicamente si desterramos al vicio de nuestra vida podremos caminar por la senda de la virtud.

Con la sabidurí­a y fuerza de Dios llegaremos al triunfo total.

El hombre que desarrolla la fuerza de su voluntad puede realizar con éxito las tareas más difí­ciles.

No existe victoria más satisfactoria que aquélla en la cual nos vencemos a nosotros mismos.

Quien se ha adueñado de la verdad, es porque ha encontrado a Dios y le ha entregado su corazón.