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Las redadas militares tuvieron lugar en la capital, Damasco, en la provincia norteña de Idlib y en una zona aledaña a la frontera turca en el noroeste del paí­s.

El presidente Bashar Assad intenta aplastar un levantamiento popular iniciado hace cuatro meses pero que sigue en pie, pese a las cruentas represiones gubernamentales en las que según los activistas han muerto 1 mil 600 personas desde mediados de marzo. El gobierno disputa la cifra y atribuye los desórdenes a una conspiración extranjera y a «bandas armadas».

Assad ha reconocido la necesidad de las reformas, pero los manifestantes se han negado a dialogar con el régimen al tiempo que continúan las matanzas.

Por lo menos siete personas fueron muertas el miércoles por la tarde durante las redadas del ejército en la región de Jabal al-Zawiya, en la provincia norteña de Idlib, dijo el activista sirio Mustafá Osso. La provincia ha sufrido desde hace varias semanas cruentas operaciones militares, al parecer para impedir que sus habitantes huyan a Turquí­a.

Empero, los campamentos de refugiados levantados en Turquí­a, en los que residen miles de sirios, han sido causa de profunda vergí¼enza para el régimen de Assad.

El Comité Local de Coordinación, que sigue las manifestaciones antigubernamentales en Siria, indicó que un hombre de 45 años fue muerto a tiros el jueves en la provincia de Deir el-Zour, cerca de la frontera con Irak, cuando las fuerzas de seguridad dispararon a los manifestantes.

Ammar Qurabi, director de la Organización Nacional para los Derechos Humanos, dijo que las fuerzas de seguridad dispersaron el miércoles por tarde una manifestación antigubernamental pací­fica en Damasco, donde golpearon a varios participantes y detuvieron luego a artistas, intelectuales y actores.

Qurabi dijo que las detenciones son una prueba de que el régimen aumentó su represión contra todo el que se atreva a protestar, y agregó que las promesas de reformas son solamente «papel mojado».