Actitud indigna


Ayer, en una vereda del municipio de San Lucas Sacatepéquez, tres niñas fueron asesinadas tras haber sido ultrajadas. Noticia brutal, impactante y devastadora que nos saca las lágrimas, pero que no alcanza para conmover a nuestra sociedad. ¿Dónde están las camisas blancas de protesta y dónde los simpatizantes del Gobierno que fueron movilizados para darle a Colom sensación de fuerza?


Indigna la reacción apática e indiferente de la sociedad ante un crimen que debiera sacarnos a todos a la calle, a protestar y exigir justicia. A hacer plantones ante el inútil Ministerio Público para que investigue el crimen y consigne a los responsables. Ante los Tribunales para que los jueces no se escuden en argumentos babosos para dejar libres a los encartados, si es que los fiscales logran presentarlos ante la justicia.

Esas tres niñas no dejaron ningún conmovedor ví­deo, pero dejaron una conmovedora huella en la larga historia del crimen y la impunidad en Guatemala. Huella que nos llama a protestar indignados ante esa barbarie que nos recuerda aquel otro asesinato de hace algunos meses, cuando alumnos del Conservatorio de Música fueron también asesinados sin que hasta la fecha se sepa de alguna actividad del Ministerio Público para esclarecer el hecho.

Nadie ha sentido presión para esclarecer esos crí­menes y los inútiles que tienen a su cargo la investigación tranquilamente pueden engavetar los casos porque no existe la presión social ni el reclamo de nadie. A ver si ahora el presidente Colom muestra un aire con remolino y ordena investigaciones serias de los crí­menes de esos niños, las de ayer y los del Conservatorio, para demostrar que estamos en la lí­nea de poner fin a la indiferencia colectiva.

Nosotros expresamos nuestro pesar por la muerte del abogado Rodrigo Rosenberg y hoy demandamos a quienes protestaron por su crimen, que se conmuevan, que se conduelan del sufrimiento de esa familia de San Lucas Sacatepéquez que perdió a sus tres hijas menores en medio de la vorágine violenta que se ve alentada porque todos los criminales, desde los encopetados hasta los abusadores sexuales, se sienten tranquilos de que la impunidad les protege y les sirve.

En este caso no podemos apelar a la CICIG ni a nadie más que a nuestra cacharpa inútil que es el Ministerio Público, pero la exigencia es frontal, decidida e inclaudicable. ¡Resuelvan este crimen! No puede ser que tras el dolor de los deudos y el entierro posible cuando el Inacif devuelva los cadáveres de las tres niñas, demos vuelta a la página y olvidemos todo como hemos hecho tantas veces con tantos crí­menes. Guatemala, a levantarse para exigir justicia.